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ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Isaías 55, 1)

Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua, dice el Señor; y los que no tienen dinero, vengan y beban con alegría.

ORACIÓN COLECTA

Señor, que la venerable observancia de las prácticas cuaresmales disponga los corazones de tus fieles, para que puedan celebrar dignamente el misterio pascual y proclamar el himno de alabanza de tu salvación.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina.

Del libro del profeta Ezequiel (47, 1-9. 12)

En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.

Luego me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas. Midió quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba el fondo. Entonces me dijo: “¿Has visto, hijo de hombre?”.

Después me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: “Estas aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar de aguas saladas y lo sanearán. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de medicina”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 45)
R/. Con nosotros está Dios, el Señor.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre. Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes. R/.
Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace santa. Teniendo a Dios, Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde el alba. R/.
Con nosotros está Dios, el Señor; es el Dios de Israel nuestra defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre la tierra. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Salmo 50, 12. 14)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación, que regocija. R/.

“Levántate, toma tu camilla y anda”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 5, 1-16

Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban la agitación del agua. Porque el ángel del Señor descendía de vez en cuando a la piscina, agitaba el agua y, el primero que entraba en la piscina, después de que el agua se agitaba, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: “¿Quieres curarte?”. Le respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: “No te es lícito cargar tu camilla”. Pero él contestó: “El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y anda”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es el que te dijo: ‘Toma tu camilla y anda’?”. Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: “Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor”. Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te ofrecemos, Señor, estos dones que tú mismo nos has dado para que testimonien el auxilio que has dispuesto para nuestra condición mortal y se nos conviertan en alimento de inmortalidad.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Salmo 22, 1-2)

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Purifica, Señor, en tu bondad, nuestro espíritu, y renuévalo con tus sacramentos celestiales, para que de la misma manera alcancemos, también para nuestro cuerpo, los auxilios presentes y futuros.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Concede, Dios misericordioso, que tu pueblo permanezca siempre entregado a ti y obtenga sin cesar de tu bondad lo que va necesitando.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

2

SANTOS: Francisco de Paula, ermitaño fundador; Pedro Calungsod, mártir. Beatas: Isabel Vendramini, virgen fundadora; María de San José, virgen fundadora.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Salmo 68, 14)

Ahora, Señor, que estás dispuesto a escucharme, respóndeme, Dios mío, por tu amor; que tu fidelidad me ayude.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que otorgas el premio a los justos y concedes el perdón a los pecadores que se arrepienten, ten misericordia de quienes te dirigen sus ruegos, para que el reconocimiento de nuestras culpas nos sirva para recibir tu perdón.

Por nuestro Señor Jesucristo…

O bien: San Francisco de Paula, Morado (M.R. pág. 695 [M.R. 4ª edición, 727)

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, tú que enalteces a los humildes, y elevaste a san Francisco de Paula a la gloria de tus santos, concédenos que por sus méritos y ejemplo, consigamos felizmente la recompensa prometida a los humildes.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti.

Del libro del profeta Isaías (49, 8-15)

Esto dice el Señor: “En el tiempo de la misericordia te escuché, en el día de la salvación te auxilié. Yo te formé y te he destinado para que seas alianza del pueblo: para restaurar la tierra, para volver a ocupar los hogares destruidos, para decir a los prisioneros: ‘Salgan’, y a los que están en tinieblas: ‘Vengan a la luz.

Pastarán de regreso a lo largo de todos los caminos, hallarán pasto hasta en las dunas del desierto. No sufrirán hambre ni sed, no los afligirá el sol ni el calor, porque el que tiene piedad de ellos los conducirá a los manantiales. Convertiré en caminos todas las montañas y pondrán terraplén a mis calzadas.

Miren: éstos vienen de lejos; aquéllos, del norte y del poniente, y aquellos otros, de la tierra de Senim”, Griten de alegría, cielos; regocíjate, tierra; rompan a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y tiene misericordia de los desamparados.

“Sión había dicho: ‘El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido. ¿Puede acaso una madre olvidarse de su criatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti”, dice el Señor todopoderoso.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 144)
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas. R/.

El Señor es siempre fiel a sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. R/.

Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Juan 11, 25. 26)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí no morirá para siempre. R/.

Mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 5, 17-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo”. Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.

Entonces Jesús les habló en estos términos: “Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.

Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.

Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te rogamos, Señor, que la fuerza de este sacrificio nos purifique de nuestra antigua condición pecadora y nos haga crecer en vida nueva y salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Juan 3, 17)

Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Al recibir tus celestiales dones, te rogamos, Señor, no permitas que sea causa de condenación lo que en tu providencia diste a tus fieles como salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Que defienda a tus siervos, Señor, la protección de tu bondad, para que, haciendo el bien en este mundo, puedan llegar hasta ti, que eres el sumo bien.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

3

SANTOS: Ricardo de Wych, obispo. San Sixto I, papa. San Juan de Nápoles. Beatos: María Teresa Casini, religiosa y fundadora; José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez y José Salvador Huerta Gutiérrez, laicos mártires; Lorenzo Pak Chwi-Deuk, catequista mártir.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 104, 3-4)

Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán fuertes; busquen su rostro sin descanso.

ORACIÓN COLECTA

Imploramos, Señor, con fervor tu misericordia, para que hagas que, convertidos por el arrepentimiento y ejercitados en las buenas obras, nosotros, tus siervos, perseveremos guardando fielmente tus mandamientos y lleguemos bien dispuestos a las fiestas pascuales.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Éste es tu dios, Israel; es el que te sacó de Egipto.

Del libro del Éxodo (32, 7-14)

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “Anda, baja del monte, porque tu pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha pervertido. No tardaron en desviarse del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se han postrado ante él y le han ofrecido sacrificios y le han dicho: ‘Éste es tu dios, Israel; es el que te sacó de Egipto”.

El Señor le dijo también a Moisés: “Veo que éste es un pueblo de cabeza dura. Deja que mi ira se encienda contra ellos hasta consumirlos. De ti, en cambio, haré un gran pueblo”.

Moisés trató de aplacar al Señor, su Dios, diciéndole: “¿Por qué ha de encenderse tu ira, Señor, contra este pueblo que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano? ¿Vas a dejar que digan los egipcios: ‘Los sacó con malas intenciones, para hacerlos morir en las montañas y borrarlos de la superficie de la tierra’? Apaga el ardor de tu ira, renuncia al mal con que has amenazado a tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: ‘Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo y les daré en posesión perpetua toda la tierra que les he prometido”.

Y el Señor renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 105)
R/. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

En el Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro, y lo adoraron. Cambiaron al Dios que era su gloria por la imagen de un buey que come pasto. R/.

Se olvidaron del Dios que los salvó, y que hizo portentos en Egipto, en la tierra de Cam, mil maravillas, y en las aguas del Mar Rojo, sus prodigios. R/.

Por eso hablaba Dios de aniquilarlos; pero Moisés, que era su elegido, se interpuso, a fin de que, en su cólera, no fuera el Señor a destruirlos. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Juan 3, 16)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. R/.

Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 5, 31-47

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Si yo diera testimonio de mí, mi testimonio no tendría valor; otro es el que da testimonio de mí y yo bien sé que ese testimonio que da de mí, es válido.

Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, у ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz. Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre.

El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes, porque no le creen al que él ha enviado.

Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren venir a mí para tener vida! Yo no busco la gloria que viene de los hombres; es que los conozco y sé que el amor de Dios no está en ellos. Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro viniera en nombre propio, a ése sí lo recibirían. ¿Cómo va a ser posible que crean ustedes, que aspiran a recibir gloria los unos de los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios?

No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa: Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis palabras?”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te rogamos, Dios todopoderoso, que la oblación de este sacrificio purifique nuestra debilidad y la proteja de todo lo malo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jeremías 31, 33)

Yo pondré mi ley en lo más profundo de su ser y voy a grabarla en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, que los sacramentos recibidos purifiquen y liberen de toda culpa a tus siervos, para que, quienes nos sentimos abatidos por el peso de los pecados, nos gloriemos en la plenitud del remedio celestial.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Dios y Padre nuestro, protector de los que esperan en ti, bendice a tu pueblo: sálvalo, protégelo y disponlo para que, libre de todo pecado y a salvo de las asechanzas del enemigo, persevere siempre en tu amor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

4

SANTOS: Isidoro de Sevilla, obispo y Doctor de la Iglesia; Francisco Marto, vidente de Fátima; Benito “el Moro” de Palermo, religioso de la Orden de Hermanos Menores. Beato Carlo Serreqi, sacerdote de la Orden de los Frailes Menores y mártir.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 53, 3-4)

Señor, sálvame por tu nombre y líbrame con tu poder. Señor, escucha mi plegaria, presta oídos a las palabras de mi boca.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que preparaste abundantes remedios para nuestra fragilidad, concédenos que podamos recibir con alegría su efecto reparador y lo manifestemos con una vida santa.

Por nuestro Señor Jesucristo…

O bien: San Isidoro, Morado (M.R. pág. 695 [M.R. 4ª edición, 727)

ORACIÓN COLECTA

Escucha, Señor, las súplicas que te dirigimos al celebrar a san Isidoro de Sevilla, y haz que tu Iglesia, iluminada por sus enseñanzas, encuentre ayuda en su intercesión.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Tiene por dichosa la suerte final de los justos y se gloria de tener por padre a Dios.

Del libro de la Sabiduría (2, 1. 12-22)

Los malvados dijeron entre sí, discurriendo equivocadamente: “Tendamos una trampa al justo, porque nos molesta y se opone a lo que hacemos, nos echa en cara nuestras violaciones a la ley, nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos educados. Presume de que conoce a Dios y se proclama a si mismo hijo del Señor.

Ha llegado a convertirse en un vivo reproche de nuestro modo de pensar y su sola presencia es insufrible, porque lleva una vida distinta de los demás y su conducta es extraña. Nos considera como monedas falsas y se aparta de nuestro modo de vivir como de las inmundicias. Tiene por dichosa la suerte final de los justos y se gloria de tener por padre a Dios.

Veamos si es cierto lo que dice, vamos a ver qué le pasa en su muerte. Si el justo es hijo de Dios, él lo ayudará y lo librará de las manos de sus enemigos. Sometámoslo a la humillación y a la tortura para conocer su temple y su valor. Condenémoslo a muerte ignominiosa, porque dice que hay quien mire por él”.

Así discurren los malvados, pero se engañan; su malicia los ciega. No conocen los ocultos designios de Dios, no esperan el premio de la virtud, ni creen en la recompensa de una vida intachable,

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 33)
R/. El Señor no está lejos de sus fieles.

En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra su memoria. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.  R/.

El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. R/.

Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en él esperan. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Mateo 4, 4)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. R/.

Yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 7, 1-2. 10. 25-30

En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos.

Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como de incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén, se decían: “¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde viene”.

Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó: “Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino fui enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, que el poder de este sacrificio nos purifique, para llegar bien dispuestos a las fiestas pascuales, que son el origen de nuestra salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Efesios 1, 7)

Por medio de su Sangre, Cristo nos ha obtenido la redención y el perdón de los pecados. En esto se manifiesta la riqueza de su gracia.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, que así como pasamos de lo antiguo a lo nuevo, así, renunciando al pecado, quedemos renovados con una vida santa.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Dios y Padre nuestro, vuelve tus ojos hacia estos hijos tuyos, y protege bondadosamente con tu auxilio celestial a quienes confían en tu misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

5

SANTOS:  Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores; Juliana del Monte Cornelio, religiosa y abadesa de la Orden de San Agustín. Beato Mariano de la Mata Aparicio, presbítero de la Orden de San Agustín.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 17, 5-7)

Me cercaban olas mortales, los dolores del infierno me acorralaban; pero en mi angustia invoqué al Señor, y él escuchó mi voz desde su templo.

ORACIÓN COLECTA

Que la acción de tu misericordia, Señor, dirija nuestros corazones, ya que sin tu ayuda no podemos agradarte.

Por nuestro Señor Jesucristo…

O BIEN: SAN VICENTE FERRER (C), MORADO (M.R., PÁG. 696 [M.R. 4ª EDICIÓN, 728])

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que elegiste a san Vicente Ferrer, presbítero, como predicador infatigable del Evangelio, concédenos ver, dichosos, reinar en el cielo a quien él anunció en la tierra como juez que había de venir.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Yo era como un manso cordero que es llevado a degollar.

Del libro del profeta Jeremías (11, 18-20)

En aquel tiempo, dijo Jeremías: “El Señor me instruyó y yo comprendí; él me explicó lo que hacían. Yo era como un manso cordero que es llevado a degollar, y no sabía lo que tramaban contra mí, diciendo: ‘Talemos el árbol en su pleno vigor, arranquémoslo de la tierra de los vivos y que su nombre no se pronuncie más’.

Ahora tú, Señor de los ejércitos, justo juez, que sondeas lo más íntimo del corazón, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 7)
R/. En ti, Señor, me refugio.

En ti, Dios mío, me refugio: de mis perseguidores, sálvame. No permitas que algunos, como fieras, me destrocen y nadie me rescate. R/.

Tú que llegas, Señor, a lo más hondo del corazón humano, tú júzgame, Señor, según mis méritos; conforme a mi inocencia, da tu fallo. Apoya al hombre recto, pon fin a la maldad de los malvados. R/.

Tengo mi escudo en Dios, que salva a los de recto corazón. Alabaré al Señor por su justicia y cantaré el nombre del Altísimo. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Lucas 8, 15)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.

“Éste es el Mesías”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 7, 40-53

En aquel tiempo, algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: “Éste es verdaderamente el profeta”. Otros afirmaban: “Éste es el Mesías”. Otros, en cambio, decían: “¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la familia de David, y de Belén, el pueblo de David?”. Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús. Algunos querían apoderarse de él, pero nadie le puso la mano encima.

Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús, volvieron a donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: “¿Por qué no lo han traído?”. Ellos respondieron: “Nadie ha hablado nunca como ese hombre”. Los fariseos les replicaron: “¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar por él? ¿Acaso ha creído en él alguno de los jefes o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está maldita”.

Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y que era fariseo, les dijo: “¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha hecho?”. Ellos le replicaron: “¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta”. Y después de esto, cada uno de ellos se fue a su propia casa.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, con agrado nuestras ofrendas y atrae hacia ti bondadosamente nuestras voluntades rebeldes.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. 1 Pedro 1, 18-19)

Hemos sido rescatados con la Sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin defecto y sin mancha.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, que tus santos misterios nos purifiquen y que con su eficacia nos hagan gratos a ti.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Protege, Señor, a tu pueblo, que camina presuroso hacia la Pascua, y acompáñalo con el generoso auxilio de tu gracia celestial, para que, animado con los consuelos visibles, se sienta mucho más atraído hacia los bienes invisibles.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

6

SANTOS:  Eutiquio de Constantinopla, obispo; Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir. Beato Miguel Rua, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 42, 1-2)

Señor, hazme justicia. Defiende mi causa contra la gente sin piedad, sálvame del hombre traidor y malvado, tú que eres mi Dios y mi defensa.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Te rogamos, Señor Dios nuestro, que, con tu auxilio, avancemos animosamente hacia aquel grado de amor con el que tu Hijo, por la salvación del mundo, se entregó a la muerte.

Él, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Yo voy a realizar algo nuevo.

Del libro del profeta Isaías (43, 16-21)

Esto dice el Señor, que abrió un camino en el mar y un sendero en las aguas impetuosas, el que hizo salir a la batalla a un formidable ejército de carros y caballos, que cayeron y no se levantaron, y se apagaron como una mecha que se extingue:

“No recuerden lo pasado ni piensen en lo antiguo; yo voy a realizar algo nuevo. Ya está brotando. ¿No lo notan? Voy a abrir caminos en el desierto y haré que corran los ríos en la tierra árida. Me darán gloria las bestias salvajes, los chacales y las avestruces, porque haré correr agua en el desierto, y ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo escogido. Entonces el pueblo que me he formado proclamará mis alabanzas”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 125)
R/. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.

Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar; entonces no cesaba de reír nuestra boca, ni se cansaba entonces la lengua de cantar. R/.

Aun los mismos paganos con asombro decían: “¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!”. Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor. R/.

Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor. R/.

Al ir, iban llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas. R/.

SEGUNDA LECTURA

Dios hace justos a los que creen.

De la carta del apóstol San Pablo a los filipenses 3, 7-14

Hermanos: Todo lo que era valioso para mí, lo consideré sin valor a causa de Cristo. Más aún pienso que nada vale la pena en comparación con el bien supremo, que consiste en conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor he renunciado a todo, y todo lo considero como basura, con tal de ganar a Cristo y de estar unido a él, no porque haya obtenido la justificación que proviene de la ley, sino la que procede de la fe en Cristo Jesús, con la que Dios hace justos a los que creen. Y todo esto, para conocer a Cristo, experimentar la fuerza de su resurrección, compartir sus sufrimientos y asemejarme a él en su muerte, con la esperanza de resucitar con él de entre los muertos.

No quiero decir que haya logrado ya ese ideal o que sea ya perfecto, pero me esfuerzo en conquistarlo, porque Cristo Jesús me ha conquistado. No, hermanos, considero que todavía no lo he logrado. Pero eso sí, olvido lo que he dejado atrás, y me lanzo hacia adelante, en busca de la meta y del trofeo al que Dios, por medio de Cristo Jesús, nos llama desde el cielo.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Joel 2, 12-13)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Todavía es tiempo, dice el Señor, conviértanse a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso. R/.

“Éste es el Mesías”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.

Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?”.

Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.

Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él.

Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?”. Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

Sacerdote: Oremos, amados hermanos, y pidamos la misericordia del Señor para que, compadecido de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias.

Oremos diciendo:

TODOS: Renuévanos, Señor, con tu gracia.

1. Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte para vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal. Roguemos al Señor.

2. Para que el Redentor del mundo, que oró en la cruz por quienes lo crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores. Roguemos al Señor.

3. Para que el Redentor del mundo, que experimentó en la cruz el sufrimiento y la angustia, se compadezca de los que sufren y ponga fin a sus dolores. Roguemos al Señor.

4. Para que el Redentor del mundo nos reconforte a nosotros, sus siervos, que nos disponemos a recordar con veneración su cruz, con la fuerza de su resurrección. Roguemos al Señor.

Sacerdote: Dios de bondad, que quieres renovar en Cristo el universo entero, escucha nuestras oraciones, perdona nuestras culpas y haz que renazca en nuestros corazones la alegría de una vida nueva y exultante.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

TODOS: Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Escúchanos, Dios todopoderoso, y concede a tus siervos, en quienes infundiste la sabiduría de la fe cristiana, quedar purificados, por la eficacia de este sacrificio.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Juan 8, 10-11)

¿Nadie te ha condenado, mujer? Nadie, Señor. Yo tampoco te condeno. Ya no vuelvas a pecar.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Dios todopoderoso, que podamos contarnos siempre entre los miembros de aquel cuyo Cuerpo y Sangre acabamos de comulgar.

Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Bendice, Señor, a tu pueblo, que espera los dones de tu misericordia, y concédele recibir de tu mano generosa lo que tú mismo lo mueves a pedir.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

7

SANTOS:  Juan Bautista de La Salle, presbítero y fundador; Jorge de Mitilene, obispo; Pedro Nguyen Van Luu, presbítero y mártir. Beata María Asunta Pallota, religiosa del Instituto de Hermanas Franciscanas Misioneras de María.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 55, 2)

Ten compasión de mí, Señor, porque me pisotean y acosan todo el día mis enemigos.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, por cuya inefable gracia nos enriqueces con toda clase de bendiciones, concédenos pasar de nuestros antiguos pecados a una vida nueva, para prepararnos a la gloria del reino celestial.

Por nuestro Señor Jesucristo…

O BIEN: SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE (C), MORADO (M.R. 4ª EDICIÓN, 728])

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que elegiste a san Juan Bautista de la Salle para educar cristianamente a la juventud, suscita en tu Iglesia maestros que se consagren de todo corazón a la formación humana y cristiana de los jóvenes.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Para cumplir con la ley de Moisés, los mataron, y aquel día se salvó una vida inocente.

Del libro del profeta Daniel (13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62)

En aquel tiempo vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Quelcías, mujer muy bella y temerosa de Dios. Sus padres eran virtuosos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía una huerta contigua a su casa, donde solían reunirse los judíos, porque era estimado por todos. Aquel año habían sido designados jueces dos ancianos del pueblo; eran de aquellos de quienes había dicho el Señor: “En Babilonia, la iniquidad salió de ancianos elegidos como jueces, que pasaban por guías del pueblo”. Éstos frecuentaban la casa de Joaquín y los que tenían litigios que resolver acudían ahí a ellos. Hacia el mediodía, cuando toda la gente se había retirado ya, Susana entraba a pasear en la huerta de su marido. Los dos viejos la veían entrar y pasearse diariamente, y se encendieron de pasión por ella, pervirtieron su corazón y cerraron sus ojos para no ver al cielo ni acordarse de lo que es justo.

Un día, mientras acechaban el momento oportuno, salió ella, como de ordinario, con dos muchachas de su servicio, y como hacía calor, quiso bañarse en la huerta. No había nadie allí, fuera de los viejos, que la espiaban escondidos. Susana dijo a las doncellas: “Tráiganme jabón y perfumes, y cierren las puertas de la huerta mientras me baño”. Apenas salieron las muchachas, se levantaron los dos viejos, corrieron hacia donde estaba Susana y le dijeron: “Mira: las puertas de la huerta están cerradas y nadie nos ve. Nosotros ardemos en deseos de ti. Consiente y entrégate a nosotros. Si no, te vamos a acusar de que un joven estaba contigo y que por eso despachaste a las doncellas”. Susana lanzó un gemido y dijo: “No tengo ninguna salida; si me entrego a ustedes, será la muerte para mí; si resisto, no escaparé de sus manos. Pero es mejor para mí ser víctima de sus calumnias, que pecar contra el Señor”. Y dicho esto, Susana comenzó a gritar. Los dos viejos se pusieron a gritar también y uno de ellos corrió a abrir la puerta del jardín. Al oír los gritos en el jardín, los criados se precipitaron por la puerta lateral para ver qué sucedía. Cuando oyeron el relato de los viejos, quedaron consternados, porque jamás se había dicho de Susana cosa semejante.

Al día siguiente, todo el pueblo se reunió en la casa de Joaquín, esposo de Susana, y también fueron los dos viejos, llenos de malvadas intenciones contra ella, para hacer que la condenaran a morir. En presencia del pueblo dijeron: “Vayan a buscar a Susana, hija de Quelcías y mujer de Joaquín”. Fueron por Susana, quien acudió con sus padres, sus hijos y todos sus parientes. Todos los suyos y cuantos la conocían, estaban llorando.

Se levantaron entonces los dos viejos en medio de la asamblea y pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana. Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor. Los viejos dijeron: “Mientras nosotros nos paseábamos solos por la huerta, entró ésta con dos criadas, luego les dijo que salieran y cerró la puerta. Entonces se acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros estábamos en un extremo de la huerta, y al ver aquella infamia, corrimos hacia ellos y los sorprendimos abrazados. Pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros; abrió la puerta y se nos escapó. Entonces detuvimos a ésta y le preguntamos quién era el joven, pero se negó a decirlo. Nosotros somos testigos de todo esto”. La asamblea creyó a los ancianos, que habían calumniado a Susana, y la condenaron a muerte.

Entonces Susana, dando fuertes voces, exclamó: “Dios eterno, que conoces los secretos y lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que éstos me han levantado un falso testimonio. Y voy a morir sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí”. El Señor escuchó su voz. Cuando llevaban a Susana al sitio de la ejecución, el Señor hizo sentir a un muchacho, Ilamado Daniel, un santo impulso de ponerse a gritar: “Yo no soy responsable de la sangre de esta mujer”.

Todo el pueblo se volvió a mirarlo y le preguntaron: “¿Qué es lo que estás diciendo?”. Entonces Daniel, de pie en medio de ellos, les respondió: “Israelitas, ¿cómo pueden ser tan ciegos? Han condenado a muerte a una hija de Israel, sin haber investigado y puesto en claro la verdad. Vuelvan al tribunal, porque ésos le han levantado un falso testimonio”.

Todo el pueblo regresó de prisa y los ancianos dijeron a Daniel: “Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, puesto que Dios mismo te ha dado la madurez de un anciano”. Daniel les dijo entonces: “Separen a los acusadores, lejos el uno del otro, y yo los voy a interrogar”.

Una vez separados, Daniel mandó llamar a uno de ellos y le dijo: “Viejo en años y en crímenes, ahora van a quedar al descubierto tus pecados anteriores, cuando injustamente condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, contra el mandamiento del Señor: No matarás al que es justo e inocente. Ahora bien, si es cierto que los viste, dime debajo de qué árbol estaban juntos”. Él respondió: “Debajo de una acacia”. Daniel le dijo: “Muy bien. Tu mentira te va a costar la vida, pues ya el ángel ha recibido de Dios tu sentencia y te va a partir por la mitad”. Daniel les dijo que se lo llevaran, mandó traer al otro y le dijo. “Raza de Canaán y no de Judá, la belleza te sedujo y la pasión te pervirtió el corazón. Lo mismo hacían ustedes con las mujeres de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a ustedes. Pero una mujer de Judá no ha podido soportar la maldad de ustedes. Ahora dime, ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?”. Él contestó: “Debajo de una encina”. Replicó Daniel: “También a ti tu mentira te costará la vida. El ángel del Señor aguarda ya con la espada en la mano, para partirte por la mitad. Así acabará con ustedes”.

Entonces toda la asamblea levantó la voz y bendijo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos viejos, a quienes, con palabras de ellos mismos, Daniel había convencido de falso testimonio, y les aplicaron la pena que ellos mismos habían maquinado contra su prójimo. Para cumplir con la ley de Moisés, los mataron, y aquel día se salvó una vida inocente.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 22)
R/. Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R/.

Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Juan 8, 12)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida. R/.

Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 8, 12-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida”.

Los fariseos le dijeron a Jesús: “Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es válido”. Jesús les respondió: “Aunque yo mismo dé testimonio en mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a dónde voy; en cambio, ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan por las apariencias. Yo no juzgo a nadie; pero si alguna vez juzgo, mi juicio es válido, porque yo no estoy solo: el Padre, que me ha enviado, está conmigo. Y en la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo y también el Padre, que me ha enviado, da testimonio sobre mí”.

Entonces le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?”. Jesús les contestó: “Ustedes no me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre”.

Estas palabras las pronunció junto al cepo de las limosnas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, a quienes nos disponemos a celebrar los santos misterios, que podamos presentarte con alegría nuestras almas ya purificadas, como fruto de nuestra penitencia corporal.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Juan 10. 12)

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que los sacramentos que hemos recibido, Señor, nos purifiquen de nuestras malas inclinaciones y, fortalecidos con tu bendición, corramos a tu encuentro siguiendo las huellas de Cristo.

Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Dios y Padre nuestro, purifica de sus pecados al pueblo que te suplica, para que llevando una vida santa se vea libre de toda adversidad.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

8

SANTOS:   Agabo de Cesarea, profeta. Beatos: Beato: Agustín Jeong Yak-jong, Padre de familia, catequista y mártir. Julia Billiart, virgen fundadora.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Salmo 26, 14)

Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y abandónate al Señor.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Padre, perseverar en el cumplimiento de tu voluntad para que, en este tiempo en que vivimos, el pueblo consagrado a tu servicio crezca en número y en santidad.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti.

Del libro de los Números (21, 4-9)

En aquellos días, los hebreos salieron del monte Hor en dirección al Mar Rojo, para rodear el territorio de Edom; pero por el camino, el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: “¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para qué muriéramos en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida”.

Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: “Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al Señor que aparte de nosotros las serpientes”. Moisés rogó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: “Haz una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá”. Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 101)
R/. Señor, escucha mi plegaria.

Señor, escucha mi plegaria; que a tu presencia lleguen mis clamores. El día de la desgracia, Señor, no me abandones. Cuando te invoque, escúchame y enseguida respóndeme. R/.

Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces al Señor temerán todos los pueblos y su gloria verán los poderosos. R/.

Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Juan 8, 21-30)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.

El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 8, 21-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Dijeron entonces los judíos: “¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?”. Pero Jesús añadió: “Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”.

Los judíos le preguntaron: “Entonces ¿quién eres tú?”. Jesús les respondió: “Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.

Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”. Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación, para que perdones benignamente nuestros pecados y dirijas tú mismo nuestro vacilante corazón.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Juan 12, 32)

Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, que participando asiduamente en tus divinos misterios, merezcamos alcanzar los dones del cielo

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Señor Dios, que prefieres compadecerte en vez de enojarte con los que esperan en ti, concede a tus fieles enmendarse de los males cometidos, para que merezcan hallar la gracia de tu consuelo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

9

SANTOS: Hugo de Rouen, abad y obispo; Casilda de Toledo, virgen eremita. Beata Celestina (Catalina) Faron, religiosa de la Congregación de las Pequeñas Siervas de la Inmaculada Concepción y mártir.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 17, 49)

Tú me liberas, Señor, de la ira de los pueblos, me haces triunfar sobre mis adversarios y me salvas del hombre malvado.

ORACIÓN COLECTA

Ilumina, Dios compasivo, los corazones de tus hijos que tratan de purificarse por la penitencia y, ya que nos infundes el deseo de servirte con amor, dígnate escuchar paternalmente nuestras súplicas.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

El Dios a quien servimos puede librarnos del horno encendido.

Del libro del profeta Daniel (3, 14-20. 49-50. 91-92. 95)

En aquellos días dijo el rey Nabucodonosor: “¿Es cierto, Sedrak, Mesak y Abednegó, que no quieren servir a mis dioses, ni adorar la estatua de oro que he mandado levantar? Pues bien, si no es cierto, estén dispuestos para que, al oír sonar el cuerno, la flauta, la cítara, el salterio, la chirimía y toda clase de instrumentos, se postren y adoren la estatua que he mandado hacer. Pero si no la adoran, serán arrojados inmediatamente a un horno encendido. ¿Y qué dios podrá librarlos entonces de mis manos?”.

Pero Sedrak, Mesak y Abednegó contestaron al rey Nabucodonosor: “No es necesario responder a tu pregunta, pues el Dios a quien servimos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos; y aunque no lo hiciera, sábete que de ningún modo serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro, que has mandado levantar”.

Entonces Nabucodonosor se enfureció y la expresión de su rostro cambió para Sedrak, Mesak y Abednegó. Mandó encender el horno y aumentar la fuerza del fuego siete veces más de lo acostumbrado. Después ordenó que algunos de los hombres más fuertes de su ejército ataran a Sedrak, Mesak y Abednegó y los arrojaran al horno encendido.

Pero el ángel del Señor bajó del cielo, se puso junto a ellos, apartó las llamas y produjo en el horno un frescor como de brisa y de rocío, y el fuego no los atormento, ni los hirió, ni siquiera los tocó. El rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros: “¿Acaso no estaban atados los tres hombres que arrojamos al horno?”. Ellos contestaron: “Si, señor” El rey replicó: “¿Por qué, entonces, estoy viendo cuatro hombres sueltos, que se pasean entre las llamas, sin quemarse? Y el cuarto, parece un ángel”.

Nabucodonosor los hizo salir del horno y exclamó: “Bendito sea el Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado a su ángel para librar a sus siervos, que confiando en él, desobedecieron la orden del rey y expusieron su vida, antes que servir y adorar a un dios extraño”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Daniel 3)
R/.
Bendito seas para siempre, Señor.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu nombre santo y glorioso. R/.

Bendito seas en tu templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Lucas 8, 15)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.

EVANGELIO

Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 8, 31-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él: “Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Ellos replicaron: “Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?”.

Jesús les contestó: “Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo del pecado y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo si se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre”.

Ellos le respondieron: “Nuestro padre es Abraham”. Jesús les dijo: “Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre”. Le respondieron: “Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios”.

Jesús les dijo entonces: “Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por él”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, estos dones que recibimos de ti y ahora te presentamos; y ya que los destinaste para alabanza de tu nombre, haz también que nos procuren la salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Colosenses 1, 13-14)

Dios nos ha hecho entrar al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención y el perdón de los pecados.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que el sacramento recibido, Señor, nos proporcione un remedio celestial para que purifique nuestros corazones de sus vicios y nos fortalezca con su constante protección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Atiende, Dios todopoderoso, las súplicas de tu pueblo y a quienes, compadecido, les das la confianza de esperar en tu amor, concédeles, benigno, experimentar el efecto de tu acostumbrada misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

10

SANTOS:  Macario de Jerusalén, obispo; Magdalena de Canossa, virgen fundadora. Beato Pedro María Ramírez Ramos, presbítero y mártir.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Hebreos 9, 15)

Cristo es el mediador de la nueva alianza, para que, por su muerte, los que han sido llamados reciban la herencia eterna que les había prometido.

ORACIÓN COLECTA

Atiende, Señor, a quienes te dirigen sus ruegos y protege en tu bondad a quienes hemos puesto la esperanza en tu misericordia, para que, purificados de toda mancha de pecado, perseveremos en una vida santa y lleguemos a ser herederos de tus promesas.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda la tierra de Canaán.

Del libro del Génesis (17, 3-9)

Cuando Dios se le apareció, Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios le dijo:

“Aquí estoy. Ésta es la alianza que hago contigo: Serás padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham, porque te he constituido como padre de muchas naciones.

Te haré fecundo sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán reyes. Contigo y con tus descendientes, de generación en generación, establezco una alianza perpetua para ser el Dios tuyo y de tus descendientes. A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda la tierra de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré el Dios de ustedes”.

Después le dijo Dios a Abraham: “Cumple, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Salmo 104)
R/. El Señor nunca olvida sus promesas.

Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden los prodigios que él ha hecho, sus portentos y oráculos. R/.

Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.

Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Salmo 94, 8)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón”. R/.

Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 8, 51-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo les aseguro: El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”.

Los judíos le dijeron: “Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?”.

Contestó Jesús: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello”. Los judíos le replicaron: “No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”. Les respondió Jesús: “Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”.

Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira con agrado, Señor, este sacrificio, y concédenos que sirva para nuestra conversión y para la salvación del mundo entero.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Romanos 8, 32)

Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros y en él nos lo dio todo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados por estos dones de salvación, suplicamos, Señor, tu misericordia, para que este sacramento, que nos nutre en nuestra vida temporal, nos haga partícipes de la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Sé propicio a tu pueblo, Señor, para que, rechazando día con día lo que te desagrada, se sacie sobre todo con las delicias de tus mandamientos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

11

SANTOS:  San Estanislao, obispo y márti; Beatos: Sinforiano Duckj, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir; Elena Guerra, fundadora; Jorge Gervase, presbítero y mártir.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Salmo 30, 10. 16. 18)

Ten piedad de mí, Señor, porque estoy en peligro, líbrame y sálvame de la mano de mis enemigos y de aquellos que me persiguen; Señor, que no quede yo defraudado de haberte invocado.

ORACIÓN COLECTA

Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo, para que, por tu bondad, nos libres de las ataduras de los pecados que por nuestra fragilidad hemos cometido.

Por nuestro Señor Jesucristo…

O BIEN: SAN ESTANISLAO (C), MORADO (M.R, PÁG. 697 [M.R. 4ª EDICIÓN, 729])

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, por defender tu honor el santo obispo Estanislao cayó bajo la espada de sus perseguidores; concédenos que podamos permanecer como él firmes en la fe hasta la muerte.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Canten y alaben al Señor, porque él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados.

Del libro del profeta Jeremías (20, 10-13)

En aquel tiempo, dijo Jeremías: “Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: ‘Terror por todas partes. Denunciemos a Jeremías, vamos a denunciarlo’. Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo: ‘Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él’.

Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.

Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.

Canten y alaben al Señor, porque él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Salmo 17)
R/. Sálvame, Señor, en el peligro.

Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera. R/.

Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo. R/.

Olas mortales me cercaban, torrentes destructores me envolvían; me alcanzaban las redes del abismo y me ataban los lazos de la muerte. R/.

En el peligro invoqué al Señor, en mi angustia le grité a mi Dios; desde su templo, él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Juan 6, 63. 68)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/.

“Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 10, 31-42

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”.

Le contestaron los judíos: “No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendesser Dios”. Jesús les replicó: “¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.

Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: “Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”. Y muchos creyeron en él allí.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que tu ayuda, Dios misericordioso, nos haga dignos de servir siempre a tu altar, a fin de que la asidua participación en este sacrificio nos obtenga la salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Romanos 8, 32)

Jesús, cargado con nuestros pecados, subió al madero de la cruz, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia; por sus llagas hemos sido curados.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que no deje de protegernos continuamente, Señor, la recepción de este sacramento y que aleje siempre de nosotros todo mal.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Concede, Dios todopoderoso, que tus siervos, que anhelan la gracia de tu protección, puedan servirte con ánimo confiado, libres ya de todo mal.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

12

SANTOS: Julio I, XXXV Papa; Giuseppe (José) Moscati, médico; Teresa de Jesús de los Andes, religiosa de la Orden de Carmelitas descalzas; David Uribe Velasco, presbítero y mártir.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 21, 20. 7)

Tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven aprisa a ayudarme; pues yo soy un gusano, no un hombre, despreciado por la gente y rechazado por el pueblo.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que hiciste que todos los renacidos en Cristo vinieran a ser linaje escogido y sacerdocio real, concédenos querer y poder cumplir lo que mandas, para que tu pueblo, llamado a la vida eterna, tenga unidos sus corazones en una misma fe y actúe movido por el mismo amor.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz.

Del libro del profeta Ezequiel (37, 21-28)

Esto dice el Señor Dios: “Voy a recoger de las naciones a donde emigraron, a todos los israelitas; de todas partes los congregaré para llevarlos a su tierra. Haré de ellos un solo pueblo en mi tierra, en los montes de Israel; habrá un solo rey para todos ellos y nunca más volverán a ser dos naciones, ni a dividirse en dos reinos.

Ya no volverán a mancharse con sus ídolos, sus abominaciones y con todas sus iniquidades; yo los salvaré de las infidelidades que cometieron y los purificaré; ellos van a ser mi pueblo y yo voy a ser su Dios.

Mi siervo David será su rey y todos ellos no tendrán más que un pastor; cumplirán mis mandamientos y pondrán por obra mis preceptos. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob y en la que habitaron los padres de ustedes, y ahí vivirán para siempre ellos, sus hijos y sus nietos; mi siervo David será su rey para siempre.

Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo.

Las naciones sabrán que yo soy el Señor que santifica a Israel, cuando vean mi santuario en medio de ellos para siempre”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Jeremías 31)
R/. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño.

Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, anúncienla aun en las islas más remotas: “El que dispersó a Israel lo reunirá y lo cuidará como el pastor a su rebaño”. R/.

Porque el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos del poderoso. Ellos vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán a gozar de los bienes del Señor. R/.

Entonces se alegrarán las jóvenes, danzando; se sentirán felices jóvenes y viejos, porque yo convertiré su tristeza en alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Ezequiel 18, 31)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor. R/.

Ese hombre está haciendo muchos prodigios.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 11, 45-56

En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: “¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación”.

Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca”. Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.

Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: “¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te sea aceptable, Señor, la ofrenda de nuestro ayuno, para que, purificados, nos haga dignos de tu gracia y nos lleve a participar de los bienes prometidos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Juan 11, 52)

Cristo fue entregado a la muerte, para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios nuestro, te pedimos que así como nos nutres con el sagrado alimento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, nos hagas participar de tu naturaleza divina.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Ten misericordia, Señor, de tu Iglesia suplicante y mira compasivo a quienes se inclinan de corazón ante ti, para que no permitas que los que redimiste con la muerte de tu Unigénito, queden expuestos al pecado ni consientas que los opriman las adversidades.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

13

DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor a Jerusalén para consumar su Misterio Pascual. Por lo tanto, en todas las Misas se conmemora esta entrada del Señor mediante una procesión o una entrada solemne, antes de la Misa principal, y por medio de una entrada sencilla antes de las demás Misas. Pero puede repetirse la entrada solemne (no la procesión), antes de algunas otras Misas que se celebren con gran asistencia del pueblo.

Conviene que donde no pueda hacerse ni procesión ni entrada solemne, se tenga una celebración de la Palabra de Dios, sobre la entrada mesiánica y la Pasión del Señor, ya sea el sábado por la tarde o ya sea el domingo a una hora oportuna.

Primera forma: Procesión

2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor ben algún otro lugar adecuado, fuera de la iglesia hacia la cual va a dirigirse la procesión. Los fieles llevan sus ramos en las manos.

3. El sacerdote y el diácono, revestidos con las vestiduras rojas requeridas para la Misa, acompañados por los otros ministros, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después de la procesión, y se pondrá la casulla.

4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado:

ANTÍFONA (Mateo 21, 9)

Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo.

5. Enseguida el sacerdote y los fieles se santiguan mientras el sacerdote dice: “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Después el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una breve monición para invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día.

Puede hacerlo con estas o semejantes palabras:

Queridos hermanos: Después de haber preparado nuestros corazones desde el principio de la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la iglesia, la celebración anual del Misterio Pascual, es decir, de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con su entrada en Jerusalén, su ciudad.

Por eso, recordando con toda fe y devoción esta entrada salvadora, sigamos al Señor, para que, participando de su cruz, tengamos parte con él en su resurrección y su vida.

6. Después de esta monición, el sacerdote, teniendo extendidas las manos, dice una de las dos oraciones siguientes:

Oremos.

Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición estos ramos, para que, quienes acompañamos jubilosos a Cristo Rey, podamos llegar, por él, a la Jerusalén del cielo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

O bien:

Aumenta, Señor Dios, la fe de los que esperan en ti y escucha con bondad las súplicas de quienes te invocan, para que, al presentar hoy nuestros ramos a Cristo victorioso, demos para ti en él frutos de buenas obras. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

Y en silencio, rocía los ramos con agua bendita.

7. Enseguida el diácono, o en su ausencia el sacerdote proclama del modo acostumbrado el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según alguno de los cuatro evangelistas. Si es oportuno se usa el incienso.

“Bendito el que viene en nombre del Señor”

Del Santo Evangelio según san Lucas

A/. Gloria a ti, Señor Jesús.

En aquel tiempo, Jesús, acompañado de sus discípulos, iba camino de Jerusalén, y al acercarse a Betfagé y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan al caserío que está frente a ustedes. Al entrar, encontrarán atado un burrito que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle: ‘El Señor lo necesita”.

Fueron y encontraron todo como el Señor les había dicho. Mientras desataban el burro, los dueños les preguntaron: “¿Por qué lo desamarran?”. Ellos contestaron: “El Señor lo necesita”. Se llevaron, pues, el burro, le echaron encima los mantos e hicieron que Jesús montara en él.

Conforme iba avanzando, la gente tapizaba el camino con sus mantos, y cuando ya estaba cerca la bajada del monte de los Olivos, la multitud de discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los prodigios que habían visto, diciendo:

“¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!”.

Algunos fariseos que iban entre la gente, le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. Él les replicó: “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

8. Después del Evangelio, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la procesión, el celebran te, el diácono u otro ministro idóneo puede hacer una monición con estas palabras u otras parecidas:

Queridos hermanos:

Imitando a la multitud que aclamaba al Señor, avancemos en paz.

O bien:

Avancemos en paz.

En este caso responden:

En el nombre de Cristo. Amén.

9. Y se inicia del modo acostumbrado la procesión hacia la iglesia en donde va a celebrarse la Misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un acólito u otro ministro con la cruz adornada con ramos, según la costumbre del lugar, y, a su lado, dos ministros con velas encendidas. Sigue luego el diácono con el Evangeliario, el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan los siguientes cánticos u otros apropiados en honor a Cristo Rey:

ANTÍFONA 1

Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, aclamando: “Hosanna en el cielo”.

Si se cree oportuno, puede alternarse esta antífona con los versículos del siguiente salmo.

SALMO 23

Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.

Se repite la antífona.

Ése obtendrá la bendición de Dios y Dios, su salvador, le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria!

Se repite la antífona.

Y ¿quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en la batalla.

Se repite la antífona.

¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria!

Se repite la antífona.

Y ¿quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos, él es el rey de la gloria.

Se repite la antífona.

ANTÍFONA 2

Los niños hebreos extendían sus mantos por el camino y aclamaban: “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor”.

Si se cree oportuno, puede alternarse esta antífona con los versículos del siguiente salmo.

SALMO 46

Aplaudan, pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo.

Se repite la antífona.

Fue él quien nos puso por encima de todas las naciones y los pueblos, al elegirnos como herencia suya, orgullo de Jacob, su predilecto.

Se repite la antífona.

Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos.

Se repite la antífona.

Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo.

Se repite la antífona.

Los jefes de los pueblos se han reunido con el pueblo de Dios, Dios de Abraham, porque de Dios son los grandes de la tierra. Por encima de todo Dios está.

Se repite la antífona.

Coro:

Gloria, alabanza y honor, a ti Cristo rey, redentor; a quien infantil cortejo entonó piadoso Hosanna.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor…

Coro:

Tú eres el rey de Israel, prole ínclita de David, rey bendito, que vienes en el nombre del Señor.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor…

Coro:

Toda la corte celestial te alaba en las alturas, y el hombre mortal, con todas las creaturas.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor…

Coro:

El pueblo hebreo salió con palmas a tu encuentro; nosotros con preces, votos e himnos venimos a ti.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor…

Coro:

Aquellos cuando ibas a padecer te tributaban loores; nosotros ahora que reinas, te ofrecemos nuestro canto.

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor…

 Coro:

Aquellos te agradaron, que te agrade también nuestra devoción: ¡Rey bueno, rey clemente, a quien agrada todo lo bueno!

Todos repiten:

Gloria, alabanza y honor…

O bien:

¡Que viva mi Cristo, que viva mi Rey, que impere doquiera triunfante su ley! (2)

¡Viva Cristo Rey, viva Cristo Rey!

1. Mexicanos, un Padre tenemos que nos dio de la Patria la unión, a ese Padre gozosos cantemos empuñando con fe su pendón.

2. Demos gracias al Padre que ha hecho que tengamos de herencia la luz y podamos vivir en el reino que su Hijo nos dio por la cruz.

3. Dios le dio el poder, la victoria; pueblos todos, venid y alabad a este Rey de los cielos y tierra en quien sólo tenemos la paz.

4. Rey eterno, Rey universal, en quien todo ya se restauró, te rogamos que todos los pueblos sean unidos en un solo amor.

10. Al entrar la procesión en la iglesia, se canta el siguiente responsorio u otro canto alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén

R/. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los niños hebreos, anunciando con anticipación la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos, aclamaban: Hosanna en el cielo.

V/. Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro.

R/. Con palmas en las manos, aclamaban: Hosanna en el cielo.

11. El sacerdote, al llegar al altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede donde se quita la capa pluvial, si la usó, y se pone la casulla y, omitidos los demás ritos iniciales de la Misa, incluso el Señor, ten piedad, si es oportuno, dice la oración colecta y prosigue la Misa de la manera acostumbrada.

Segunda forma: Entrada solemne

12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro de la iglesia por medio de una entrada solemne, antes de la Misa principal.

13. Los fieles se reúnen ante la puerta de la iglesia, o bien, dentro de la misma iglesia, llevando los ramos en las manos. El sacerdote, los ministros y algunos de los fieles, van a algún sitio adecuado de la iglesia, fuera del presbiterio, en donde pueda ser vista fácilmente la ceremonia, al menos por la mayor parte de los fieles.

14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la antífona Hosanna al Hijo de David (n. 4), u algún otro canto adecuado. Después se bendicen los ramos y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó en los nn. 5-7. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio a través de la iglesia, acompañado por los ministros y un pequeño grupo de fieles, mientras se canta el responsorio Al entrar el Señor (n. 10), u otro canto apropiado.

15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede y, omitidos los ritos iniciales de la Misa, incluso el Señor, ten piedad, si es oportuno, dice la oración colecta y prosigue la Misa de la manera acostumbrada.

Tercera forma: Entrada sencilla

16. En todas las demás Misas de este domingo, en las que no se hace la entrada solemne, se recuerda la entrada del Señor en Jerusalén por medio de una entrada sencilla.

17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su salmo (n. 18), u otro canto sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, lo venera haciendo la debida reverencia, y va a la sede. Después de hacer el signo de la cruz, saluda al pueblo. Luego sigue la Misa de la manera acostumbrada.

En las demás Misas en que no es posible cantar la antífona de entrada, el sacerdote, al llegar al altar, lo venera haciendo la debida reverencia, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la Misa de la manera acostumbrada.

18. ANTÍFONA DE ENTRADA

Seis días antes de la Pascua, cuando el Señor entró a la ciudad de Jerusalén, salieron los niños a su encuentro y llevando en sus manos ramos de palmera aclamaban con fuerte voz:

Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia.

Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el Rey de la gloria. Y ¿quién es ese Rey de la gloria? El Señor de los ejércitos es el Rey de la gloria.

Hosanna en el cielo. Bendito tú, que vienes lleno de bondad y de misericordia (Cfr. Jn 12, 1. 12-13; Sal 23, 9-10).

19. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la Misa con la oración colecta.

20. ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección.

Él, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido.

Del libro del profeta Isaías (50, 4-7)

En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.

Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 21)
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: “Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre”. R/.

Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros. Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. R/.

Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R/.

A mis hermanos contaré tu gloria y en la asamblea alabaré tu nombre. Que alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre lo adore. R/.

SEGUNDA LECTURA

Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.

De la carta del apóstol San Pablo a los filipenses 2, 6-11

Cristo Jesús, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Filipenses 2, 8-9)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.

21. Se lee la historia de la Pasión del Señor. No se llevan ciriales ni incienso, ni se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diacono o, en su defecto, el sacerdote. Puede también ser hecha por lectores, reservando al sacerdote si es posible, la parte correspondiente a Cristo.

Solamente los diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la Pasión, como se hace antes del Evangelio.

Indicaciones para la lectura dialogada:

Las siglas que indican a los diversos interlocutores son las siguientes:= Jesús;

S = Discípulos, pueblo y otros personajes; C = Cronista.

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS 22, 14-23, 56

C. Llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:

“Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar, hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios”.

C. Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo:

“Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios”.

C. Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:

“Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.

C. Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo:

“Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes”. “Pero miren: la mano del que me va a entregar está conmigo en la mesa. Porque el Hijo del hombre va a morir, según lo decretado; pero jay de aquel hombre por quien será entregado!”.

C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que lo iba a traicionar. Después los discípulos se pusieron a discutir sobre cuál de ellos debería ser considerado como el más importante. Jesús les dijo:

“Los reyes de los paganos los dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen Ilamar bienhechores. Pero ustedes no hagan eso, sino todo lo contrario: que el mayor entre ustedes actúe como si fuera el menor, y el que gobierna, como si fuera un servidor. Porque, ¿quién vale más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. Ustedes han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les voy a dar el Reino, como mi Padre me lo dio a mí, para que coman y beban a mi mesa en el Reino, y se siente cada uno en un trono, para juzgar a las doce tribus de Israel”.

C. Luego añadió:

“Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para zarandearlos como trigo; pero yo he orado por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.

Él le contestó:

S. “Señor, estoy dispuesto a ir contigo incluso a la cárcel y a la muerte”.

C. Jesús le replicó:

“Te digo, Pedro, que hoy, antes de que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces”.

C. Después les dijo a todos ellos:

“Cuando los envié sin provisiones, sin dinero ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?”.

C. Ellos contestaron:

S. “Nada”.

C. Él añadió:

“Ahora, en cambio, el que tenga dinero o provisiones, que los tome; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Les aseguro que conviene que se cumpla esto que está escrito de mí: Fue contado entre los malhechores, porque se acerca el cumplimiento de todo lo que se refiere a mí”.

C. Ellos le dijeron:

S. “Señor, aquí hay dos espadas”.

C. Él les contestó:

“¡Basta ya!”.

C. Salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos y lo acompañaron los discípulos. Al llegar a ese sitio, les dijo:

“Oren, para no caer en la tentación”.

C. Luego se alejó de ellos a la distancia de un tiro de piedra y se puso a orar de rodillas, diciendo:

“Padre, si quieres, aparta de mí esta amarga prueba; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

C. Se le apareció entonces un ángel para confortarlo; él, en su angustia mortal, oraba con mayor insistencia, y comenzó a sudar gruesas gotas de sangre, que caían hasta el suelo. Por fin terminó su oración, se levantó, fue hacia sus discípulos y los encontró dormidos por la pena. Entonces les dijo:

“¿Por qué están dormidos? Levántense y oren para no caer en la tentación”.

C. Todavía estaba hablando, cuando llegó una turba encabezada por Judas, uno de los Doce, quien se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo:

“Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?”.

C. Al darse cuenta de lo que iba a suceder, los que estaban con él dijeron: 20000

S. “Señor, ¿los atacamos con la espada?”.

C. Y uno de ellos hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino, diciendo:

“¡Dejen! ¡Basta!”.

C. Le tocó la oreja y lo curó. Después Jesús dijo a los sumos sacerdotes, a los encargados del templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo:

“Han venido a aprehenderme con espadas y palos, como si fuera un bandido. Todos los días he estado con ustedes en el templo y no me echaron mano. Pero ésta es su hora y la del poder de las tinieblas”.

C. Ellos lo arrestaron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía desde lejos. Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó también con ellos. Al verlo sentado junto a la lumbre, una criada se le quedó mirando y dijo:

S. “Éste también estaba con él”.

C. Pero él lo negó diciendo:

S. “No lo conozco, mujer”.

C. Poco después lo vio otro y le dijo:

S. “Tú también eres uno de ellos”.

C. Pedro replicó:

S. “¡Hombre, no lo soy!”.

C. Y como después de una hora, otro insistió:

S. “Sin duda que éste también estaba con él, porque es galileo”.

C. Pedro contestó:

S. “¡Hombre, no sé de qué hablas!”.

C. Todavía estaba hablando, cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, miró a Pedro. Pedro se acordó entonces de las palabras que el Señor le había dicho: ‘Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces’, y saliendo de allí se soltó a llorar amargamente. Los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, le daban golpes, le tapaban la cara y le preguntaban:

S. “Adivina, ¿quién te ha pegado?”.

C. Y proferían contra él muchos insultos. Al amanecer se reunió el consejo de los ancianos con los sumos sacerdotes y los escribas. Hicieron comparecer a Jesús ante el sanedrín y le dijeron:

S. “Sí tú eres el Mesías, dínoslo”.

C. Él les contestó:

“Si se lo digo, no lo van a creer, y si les pregunto, no me van a responder. Pero ya desde ahora, el Hijo del hombre está sentado a la derecha de Dios todopoderoso”.

C. Dijeron todos:

S. “Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?”.

C. Él les contestó:

“Ustedes mismos lo han dicho: sí lo soy”

C. Entonces ellos dijeron:

S. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca”.

Comienza la forma breve: (Lc 23, 1-49).

Si se utiliza ésta, se inicia con las palabras:

“En aquel tiempo…”.

C. El consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato. Entonces comenzaron a acusarlo, diciendo:

S. “Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey”.

C. Pilato preguntó a Jesús:

S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”.

C. Él le contestó:

“Tú lo has dicho”.

C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:

S. “No encuentro ninguna culpa en este hombre”.

C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo:

S. “Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí”.

C. Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo:

S. “Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”.

C. Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaron en masa, diciendo:

S. “¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!”.

C. A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando:

S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!”.

C. Él les dijo por tercera vez:

S. “¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré”.

C. Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo:

“Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; Iloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días en que se dirá: ‘¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado!”. Entonces dirán a los montes: ‘Desplómense sobre nosotros, y a las colinas: ‘Sepúltennos’, porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?”.

C. Conducían, además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado “la Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la cruz:

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

C. Los soldados se repartieron sus ropas, echando suertes. El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo:

S. “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”.

C. También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían:

S. “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”.

C. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Éste es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole:

S. “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”.

C. Pero el otro le reclamaba, indignado:

S. “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”.

C. Y le decía a Jesús:

S. “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”.

C. Jesús le respondió:

“Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

C. Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo:

“¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”.

C. Y dicho esto, expiró.

Aquí todos se arrodillan y se hace una breve pausa.

C. El oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo:

S. “Verdaderamente este hombre era justo”.

C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo aquello.

Fin de la forma breve.

Un hombre llamado José, consejero del sanedrín, hombre bueno y justo, que no había estado de acuerdo con la decisión de los judíos ni con sus actos, que era natural de Arimatea, ciudad de Judea, y que aguardaba el Reino de Dios, se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Pascua y ya iba a empezar el sábado. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea acompañaron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo. Al regresar a su casa, prepararon perfumes y ungüentos, y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

22. Después de la lectura de la Pasión, puede tenerse, si se cree oportuno, una breve homilía. También se puede guardar un momento de silencio.

Se dice Credo y se hace la oración universal.

ORACIÓN UNIVERSAL

Sacerdote: Imploremos, hermanos, a Jesús que en la cruz presento, con lágrimas en los ojos, oraciones y súplicas al Padre, y oremos también nosotros por todos los hombres.

Oremos diciendo:

TODOS: Te lo pedimos, Señor.

1.Para que el Señor, que en la cruz excusó a los ignorantes y pidió perdón por ellos, tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé valor para recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo del perdón y de la paz. Roguemos al Señor.

2. Para que la sangre de Jesús, que habla más favorablemente que la de Abel, reconcilie con Dios a los que aún están lejos a causa de la ignorancia, la indiferencia, la maldad o las propias pasiones. Roguemos al Señor.

3. Para que el Señor, que en la cruz experimentó la amargura de sentirse triste y abandonado, se apiade de los enfermos, los afligidos y los oprimidos, y les envíe a su ángel para que los conforte. Roguemos al Señor.

4.Para que el Señor, que recibió en su reino al ladrón arrepentido, se apiade de nosotros, nos dé sentimientos de contrición y nos admita, después de la muerte, en el paraíso. Roguemos al Señor.

Intenciones de la Iglesia local.

Sacerdote: Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo para que, con su pasión, destruyera el pecado y la muerte y, con su resurrección, nos devolviera la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que podamos gozar de los frutos de la cruz gloriosa de Jesucristo.

Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.

23. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque no lo merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio único, lo recibamos de tu misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

24. PREFACIO: La Pasión del Señor.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual, siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación. Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de júbilo, diciendo:

Santo, Santo, Santo…

25. ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mateo 26, 42)

Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad.

26. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas.

Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

27. ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la cual nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y padecer el tormento de la cruz.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

14

SANTOS: Máximo, Tiburcio y Valerio de Roma, mártires; Pedro González “San Telmo”, presbítero de la Orden de Predicadores; Ludivina o Liduvina de Shiedam, laica. Beata Isabel Calduch Rovira, religiosa clarisa capuchina y mártir.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 34, 1-2; Sal 139, 8)

Juzga, Señor, a los que me hacen daño, ataca a los que me atacan, toma las armas y el escudo, levántate y ven en mi ayuda. Señor, mi fuerza de salvación.

ORACIÓN COLECTA

Te rogamos, Dios todopoderoso, que, quienes desfallecemos a causa de nuestra debilidad, nos recuperemos gracias a la pasión de tu Unigénito.

Él, que vive y reina contigo…

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Promoverá con firmeza la justicia.

Del libro del profeta Isaías (42, 1-7)

Miren a mi siervo, a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará, no clamará, no hará oír su voz por las calles; no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Promoverá con firmeza la justicia, no titubeará ni se doblegará hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza”.

Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: “Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano, te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 26)
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? R/.

Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R/.

Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón, aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor. R/.

La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas. R/.

Le unció a Jesús los pies con el perfume y se los enjugó con su cabellera.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomo entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le unció a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.

Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: “¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. Esto lo dijo, no porque le importaran las pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.

Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura: porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”.

Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira con bondad, Señor, los sagrados misterios que estamos celebrando y ya que en tu misericordia dispusiste que nos sirvieran para desechar nuestros falsos criterios, concédenos que nos ayuden a producir verdaderos frutos de vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio II de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Salmo 101, 3)

No apartes tu rostro de mí. En el día de mi tribulación, inclina a mí tu oído, y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Visita, Señor, a tu pueblo y protege con tu constante amor a quienes has santificado por estos misterios, para que recibamos de tu misericordia, y conservemos con tu protección, los auxilios para nuestra salvación eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Dios y Padre nuestro, que tu protección socorra a los humildes y asista continuamente a quienes confían en tu misericordia, para que se preparen a celebrar las fiestas pascuales no sólo con acciones corporales, sino sobre todo con pureza de corazón.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

15

SANTOS: Teodoro y Pausilipo de Tracia, mártires; Damián de Veuster o de Molokai, presbítero de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María; César de Bus, presbítero y fundador.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 26, 12)

No me entregues, Señor, al odio de los que me persiguen, pues han surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia.

ORACIÓN COLECTA

Concédenos, Dios todopoderoso y eterno, celebrar de tal modo los sacramentos de la pasión del Señor, que nos hagamos dignos de recibir tu perdón.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

“Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”.

Del libro del profeta Isaías (49, 1-6)

Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, él pronunció mi nombre.

Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé: “En vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”.

Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar a Israel en torno suyo, tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 70)
R/. En ti, Señor, he puesto mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo. R/.

Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados. R/.

Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R/.

Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo. R/.

 ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R/.

Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?”. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?”. Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.

Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.

Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?”. Jesús le respondió: “A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde”. Pedro replicó: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira con bondad, Señor, las ofrendas de esta familia tuya y, ya que la hiciste partícipe de tus sagrados dones, concédele obtener plenamente su fruto.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio II de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Romanos 8, 32)

Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados por estos dones de salvación, suplicamos, Señor, tu misericordia, para que este Sacramento, que nos nutre en nuestra vida temporal, nos haga participes de la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Dios y Padre nuestro, al pueblo que quiere obedecerte, purifícalo de la antigua maldad por tu misericordia y hazlo capaz de una santa renovación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

16

SANTOS: María Bernarda (Bernardita) Soubirous, religiosa de las Hermanas de la Caridad de Nevers y vidente; Engracia de Zaragoza, virgen, y compañeros mártires; Joaquín de Siena, religioso Presbítero de la Orden de los Siervos de María.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Filipenses 2, 10. 8. 11)

Que al nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en los abismos, porque el Señor se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre.

ORACIÓN COLECTA

Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

El Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido.

Del libro del profeta Isaías (50, 4-9)

En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.

Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 68)
R/. Por tu bondad, Señor, socórreme.

Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mi recae. R/.

La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hallo; busco quien me consuele y no lo encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. R/.

En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R/.

Mi hora está ya cerca.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?”. Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. Él respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.

Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?”. Él respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?”. Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, los dones que te presentamos y concédenos que la pasión de tu Hijo, que celebramos en este sacramento, fructifique plenamente en nuestra vida.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio II de la Pasión del Señor, página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mateo 20, 28)

El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar la vida por la redención de todos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, creer y sentir profundamente que, por la muerte temporal de tu Hijo, proclamada en estos santos misterios, tú nos has dado la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (OPCIONAL)

Dios y Padre nuestro, concede a tu pueblo frecuentar los sacramentos pascuales y esperar con vivo deseo los bienes futuros para que, manteniéndose fiel a los santos misterios de los que ha renacido, se sienta impulsado por ellos a una vida nueva.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

17

SANTOS: Simeón Bar-Sabbas y compañeros, mártires; Catalina Tekakwitha, virgen. Beatos: Clara Gambacorta, abadesa dominica; Lucien Botovasoa, terciario franciscano y mártir.

1. En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la Misa de la Cena del Señor, con la participación de toda la comunidad local y con la intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes y ministros.

2. Todos los sacerdotes que hayan concelebrado en la Misa del Santo Crisma hayan celebrado otra Misa para la utilidad de los fieles, pueden concelebrar en la Misa vespertina.

3. Donde lo pida un motivo pastoral, el Ordinario del lugar puede permitir que se celebre otra Misa en la tarde en iglesias u oratorios, y en caso de verdadera necesidad, aun en la mañana, pero Solamente en favor de los fieles que de ninguna manera puedan asistir a la Misa de la tarde. Téngase cuidado, sin embargo, de que estas celebraciones no se hagan en provecho de personas particulares o de pequeños grupos especiales, y de que no sean en perjuicio de la asistencia a la Misa vespertina.

4. La sagrada Comunión puede distribuirse a los fieles sólo dentro de la Misa, pero a los enfermos puede llevárseles a cualquier hora del día.

5. Adórnese el altar con flores con la moderación que conviene a la índole de este día. El sagrario debe estar completamente vacío. Conságrense en esta Misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la comunión del clero y del pueblo, hoy y mañana.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Gálatas 6, 14)

Debemos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección, y por él fuimos salvados y redimidos.

7. Se dice Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta el Gloria de la Vigila Pascual, a no ser que el obispo diocesano disponga otra cosa. En este mismo tiempo, también pueden usarse el órgano y los demás instrumentos musicales, pero sólo para acompañar el canto.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, reunidos para celebrar la santísima Cena en la que tu Hijo unigénito, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio, banquete pascual de su amor, concédenos que, de tan sublime misterio, brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

“De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua”.

Del libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14

En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: “Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: ‘El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.

Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.

Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.

Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua”’.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 115)
R/. Gracias, señor, por tu sangre que nos lava.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/.

A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/.

Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.

SEGUNDA LECTURA

“Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 11, 23-26

Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.

Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.

Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Juan 13, 34)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.

“Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.

Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?”. Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos están limpios’.

Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

9. Después de la proclamación del Evangelio, el sacerdote dice la homilía, en la cual se exponen los grandes misterios que se recuerdan en esta Misa, es decir, la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y el mandato del Señor sobre el amor fraterno.

10. Después de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de los pies.

11. Los elegidos entre el pueblo de Dios van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados para ellos. El sacerdote se quita la casulla, si es necesario, y se acerca a cada una de las personas designadas. Con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca.

12. Mientras tanto, se cantan algunas de las siguientes antífonas o algún canto apropiado.

ANTÍFONA 1 (Cfr. Juan 13, 4. 5. 15)

El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos, para darles ejemplo.

ANTÍFONA 2 (Cfr. Juan 13, 12. 13. 15)

El Señor Jesús, después de haber cenado con sus discípulos, lavó sus pies y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes, yo, el Señor y el Maestro? Les he dado ejemplo, para que también ustedes lo hagan”.

ANTÍFONA 3 (Juan 13, 6. 7. 8)

Señor, ¿pretendes tú lavarme a mí los pies? Jesús le respondió: si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.

V. Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le dijo: Señor, ¿pretendes tú lavarme a mí los pies?…

V. Lo que yo estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás más tarde.

Señor, ¿pretendes tú lavarme a mí los pies?…

ANTÍFONA 4 (Cfr. Juan 13, 14)

Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, ¡con cuánta mayor razón ustedes deben lavarse los pies unos a otros!

ANTÍFONA 5 (Juan 13, 35)

En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se amen los unos a los otros.

V. Jesús les dice a sus discípulos.

En esto reconocerán todos…

ANTÍFONA 6 (Juan 13, 34)

Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado, dice el Señor.

ANTÍFONA 7 (1 Corintios 13, 13)

Que permanezcan en ustedes la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.

V.Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor.

Que permanezcan en ustedes…

13.Después del lavatorio de los pies, el sacerdote lava y seca sus manos, se pone la casulla y regresa a la sede, y desde ahí, dirige la oración universal.

No se dice Credo.

14. Al comienzo de la liturgia eucarística, puede organizarse una procesión de los fieles, en la que junto con el pan y el vino se lleven dones para los pobres.

Mientras tanto, se canta el siguiente himno u otro canto apropiado.

Antífona. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.

V. Nos congregó y unió el amor de Cristo.

V. Regocijémonos y alegrémonos en él.

V. Temamos y amemos al Dios vivo.

V. Y amémonos con corazón sincero.

Antífona. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.

V. Pues estamos en un cuerpo congregados.

V. Cuidemos que no se divida nuestro afecto.

V. Cesen las contiendas malignas, cesen los litigios.

V. Y en medio de nosotros esté Cristo Dios.

Antífona. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.

V. Veamos juntamente con los santos

V. tu glorioso rostro, ¡oh Cristo Dios!

V. Éste será gozo inmenso y puro.

V. Por los siglos de los siglos infinitos. Amén.

15. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, participar dignamente en estos misterios, porque cada vez que se celebra el memorial de este sacrificio, se realiza la obra de nuestra redención.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

16. PREFACIO: El sacrificio y el sacramento de Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual, verdadero y eterno Sacerdote, al instituir el sacrificio de la eterna alianza, se ofreció primero a ti como víctima salvadora, y nos mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo. Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados. Por eso, con los ángeles y los arcángeles, con los tronos y dominaciones y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo…

17. Si se usan las Plegarias eucarísticas II o II, téngase en cuenta la referencia que se hace de esta Misa en el relato de la institución, pp. 572 y 580 Si se usa el Canon Romano, se dicen sus partes propias para este día de la siguiente manera:

18. El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Padre misericordioso, te pedimos humildemente, por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,

Junta las manos y dice

que aceptes

Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

y bendigas † estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,

Con las manos extendidas, prosigue:

ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa N., con nuestro Obispo N., y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.

1.- Aquí se puede hacer mención del Obispo coadjutor o de los Obispos auxiliares, conforme a lo previsto por la IGMR, n. 149.

19. Conmemoración de los vivos

Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N.

Junta las manos y ora unos momentos por quienes tiene la intención de orar.

Después, con las manos extendidas, prosigue:

y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

20. Conmemoración de los santos

Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que nuestro Señor Jesucristo fue entregado por nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, san José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, (Santiago y Juan, Tornás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián) y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección.

Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

21. Con las manos extendidas, prosigue:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, que te presentamos en el día mismo en que nuestro Señor Jesucristo encomendó a sus discípulos la celebración del sacramento de su Cuerpo y de su Sangre; ordena en tu paz nuestros días, libranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Junta las manos.

Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

22. Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:

Bendice y santifica esta ofrenda, Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.

Junta las manos.

23. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor deben pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.

El cual, hoy, la víspera de padecer por nuestra salvación y la de todos los hombres,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan en sus santas y venerables manos,

Eleva los ojos.

y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

Tomen y coman todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por ustedes.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

24. Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

Tomen y beban todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada

por ustedes y por muchos

para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

25. Luego dice una de las siguientes fórmulas:

I CP Éste es el Misterio de la fe.

O bien:

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

II CP Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

III CP Éste es el Misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu cruz y resurrección.

26. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

27. Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

28. Inclinado, con las manos juntas, prosigue:

Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu Ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar,

Se endereza y se signa, diciendo:

seamos colmados de gracia y bendición.

Junta las manos.

Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

29. Conmemoración de los difuntos

Con las manos extendidas, dice:

Acuérdate también, Señor, de tus hijos N. y N., que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz.

Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene la intención de orar.

Después, con las manos extendidas, prosigue:

A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.

Junta las manos.

Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

30. Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,

Con las manos extendidas, prosigue:

que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, (Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felícitas y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia,) y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad.

Junta las manos.

Por Cristo, Señor nuestro.

31. Y continúa:

Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.

32. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

33. En la Comunión, en un momento oportuno, el sacerdote, tomando del altar la Eucaristía, la entrega a los diáconos, acólitos u otros ministros extraordinarios, para que la lleven a los enfermos en sus casas.

34. ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Corintios 11, 24-25)

Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía, dice el Señor.

35.Después de distribuir la Comunión, se deja sobre el altar un copón con hostias para la Comunión del día siguiente. El sacerdote, de pie ante la sede, dice la oración después de la Comunión.

36. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, que así como somos alimentados en esta vida con la Cena pascual de tu Hijo, así también merezcamos ser saciados en el banquete eterno.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

37. Dicha la oración después de la Comunión, el sacerdote, de pie, pone incienso en el incensario, lo bendice y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo Sacramento. Enseguida recibe el paño de hombros de color blanco, se pone de pie, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del paño.

38. Se forma entonces la procesión para llevar el Santísimo Sacramento con ciriales e incienso a través de la iglesia, hasta el sitio donde se le va a guardar, preparado en alguna parte de la iglesia o en una capilla convenientemente adornada. Va adelante un ministro laico con la cruz alta en medio de otros dos con ciriales encendidos. Siguen losdemás con velas encendidas. El sacerdote lleva el Santísimo Sacramento, lo precede el turiferario con el incensario humeante. Entre tanto se canta el himno Pange, lingua (excepto las dos últimas estrofas), o algún otro canto eucarístico.

39. Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo Sacramento, el sacerdote, ayudado si es necesario por un diácono, deposita el copón en el tabernáculo, que permanece con la puerta abierta. Enseguida, pone de nuevo incienso en el incensario, se arrodilla e inciensa el Santísimo Sacramento, mientras se canta Tantum ergo Sacramentum u otro canto eucarístico. Después, el diácono o el mismo sacerdote cierra el tabernáculo.

40. Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote y los ministros hacen genuflexión y se retiran a la sacristía.

41. En el momento oportuno se desnuda el altar y, si es posible, se quitan de la iglesia las cruces. Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden cubiertas con un velo.

42. Quienes asistieron a la Misa de la Cena del Señor, no celebran las Vísperas.

43. Invítese a los fieles, según las circunstancias y costumbres del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración, después de la media noche, hágase sin solemnidad.

44. Si en la misma iglesia no se va a celebrar la Pasión del Señor el Viernes Santo, la Misa se concluye como es de costumbre y se deposita el Santísimo Sacramento en el sagrario.

18

SANTOS: Perfecto de Córdoba, presbítero y mártir. Beatos: Sabina Petrilli, virgen fundadora; María de la Encarnación Avrillot, fundadora del Carmelo Teresiano francés; Louis Leroy, presbítero de la Congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada y mártir; Lucas Passi, presbítero y fundador.

1. El día de hoy y el de mañana, por una antiquísima tradición, la Iglesia omite por completo la celebración de los Sacramentos, excepto el de la Penitencia y el de la Unción de los enfermos.

2. En este día la Sagrada Comunión se distribuye a los fieles únicamente dentro de la celebración de la Pasión del Señor, pero a los enfermos que no puedan tomar parte en esta celebración, se les puede llevar a cualquier hora del día.

3. El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candeleros y sin manteles.

4. Después del mediodía, alrededor de las tres de la tarde, a no ser que por razón pastoral se elija una hora más avanzada, se celebra la Pasión del Señor, que consta de tres partes: Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión.

5. El sacerdote y el diácono, si está presente, revestidos de color rojo como para la Misa, se dirigen al altar en silencio, y hecha la debida reverencia, se postran rostro en tierra o, si se juzga conveniente, se arrodillan, y oran en silencio durante un espacio de tiempo. Todos los demás se arrodillan.

6. Después el sacerdote, con los ministros, se dirige a la sede, donde, vuelto hacia el pueblo, que está de pie, dice, con las manos extendidas, una de las siguientes oraciones, omitida la invitación Oremos.

ORACIÓN

Acuérdate, Señor, de tu gran misericordia, y santifica a tus siervos con tu constante protección, ya que por ellos Cristo, tu Hijo, derramando su sangre, instituyó el misterio pascual. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

O bien:

Señor Dios, que por la Pasión de nuestro Señor Jesucristo nos libraste de la muerte heredada del antiguo pecado, concédenos asemejarnos a tu Hijo y haz que, así como naturalmente llevamos en nosotros la imagen del hombre terreno, por la gracia de la santificación, llevemos también la imagen del hombre celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

7. Todos se sientan, y se hace la primera lectura, tomada del profeta Isaías (52, 13-53, 12), con su salmo.

PRIMERA LECTURA

Por sus llagas hemos sido curados.

Del libro del profeta Isaías 52, 13-53, 12

He aquí que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos pueblos se llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán lo que nunca se habían imaginado.

¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A quién se le revelará el poder del Señor? Creció en su presencia como planta débil, como una raíz en el desierto. No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado.

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Él soportó el castigo que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.

Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muerte por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores a la hora de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor. Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.

Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre los malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 30)
R/. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás. R/.

Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como un muerto, como un objeto tirado en la basura. R/.

Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, ustedes, los que esperan en el Señor. R/.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.

8. A continuación, se hace la segunda lectura, tomada de la carta a los Hebreos (4, 14-16; 5, 7-9) con el canto antes del Evangelio.

SEGUNDA LECTURA

Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia.

De la carta a los hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.

Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Filipenses 2, 8-9)

R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. R/.

9. Finalmente se lee la Pasión del Señor según san Juan (18, 1-19, 42), del mismo modo que el domingo precedente.

Indicaciones para la lectura dialogada:

Las siglas que indican a los diversos interlocutores son las siguientes:

= Jesús.

S = Discípulos, pueblo y otros personajes.

C = Cronista.

“Todo está cumplido”

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN 18, 1-19, 42

C. En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo:

 † “¿A quién buscan?”.

C. Le contestaron:

S. “A Jesús, el nazareno”.

C. Les dijo Jesús:

“Yo soy”.

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar:

“¿A quién buscan?”.

C. Ellos dijeron: tole

S. “A Jesús, el nazareno”.

C. Jesús contestó:

“Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan”.

C. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: ‘No he perdido a ninguno de los que me diste’. Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

“Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?”.

C. El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: ‘Conviene que muera un solo hombre por el pueblo. Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:

S. “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?”.

C. Él dijo:

S. “No lo soy”.

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó:

“Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho”.

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole:

S. “¿Así contestas al sumo sacerdote?”

C. Jesús le respondió:

“Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”.

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:

S. “¿No eres tú también uno de sus discípulos?”

C. Él lo negó diciendo:

S. “No lo soy”.

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo:

S. “¿Qué no te vi yo con él en el huerto?”.

C. Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua. Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo:

S. “¿De qué acusan a este hombre?”.

C. Le contestaron:

S. “Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído”.

C. Pilato les dijo:

S. “Pues llévenselo y júzguenlo según su ley”.

C. Los judíos le respondieron:

S. “No estamos autorizados para dar muerte a nadie”

C. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”.

C. Jesús le contestó:

“¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?”

C. Pilato le respondió:

S. “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?”.

C. Jesús le contestó:

“Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”.

C. Pilato le dijo:

S. “¿Conque tú eres rey?”.

C. Jesús le contestó:

“Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.

C. Pilato le dijo:

S. “¿Y qué es la verdad?”.

C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:

S. “No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?”.

C. Pero todos ellos gritaron:

S. “¡No, a ése no! ¡A Barrabás!”.

C. (El tal Barrabás era un bandido). Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían:

S. “¡Viva el rey de los judíos!”,

C. y le daban de bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. “Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa”.

C. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. “Aquí está el hombre”.

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron:

S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!”.

C. Pilato les dijo:

S. “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”.

C. Los judíos le contestaron:

S. “Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios”.

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. “¿De dónde eres tú?”.

C. Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces:

S. “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?”.

C. Jesús le contestó:

“No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor”.

C. Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. “¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César”.

C. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que Ilaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. “Aquí tienen a su rey”.

C. Ellos gritaron:

S. “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!”.

C. Pilato les dijo:

S. “¿A su rey voy a crucificar?”

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. “No tenemos más rey que el César”.

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado “la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: ‘Jesús el nazareno, el rey de los judíos’. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato:

S. “No escribas: ‘El rey de los judíos, sino: ‘Éste ha dicho: Soy rey de los judíos”.

C. Pilato les contestó:

S. “Lo escrito, escrito está”.

C. Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron:

S. “No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca”.

C. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: at “Mujer, ahí está tu hijo”.

C. Luego dijo al discípulo:

” Ahí está tu madre”.

C. Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

“Tengo sed”.

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo:

“Todo está cumplido”,

C. e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.

C. Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.

El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.

Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

10. Después de la lectura de la Pasión del Señor, el sacerdote dice una breve homilía, después de la cual puede exhortar a los fieles a orar durante un breve espacio de tiempo.

11. La Liturgia de la Palabra se termina con la oración universal, que se hace de esta manera: el diácono, si está presente o, en su ausencia, un mi nistro laico, de pie, en el ambón, dice la invitación, en la cual se expresa la intención por la que se va a orar. Enseguida oran todos en silencio durante un breve espacio de tiempo, y luego el sacerdote, de pie, en la sede o, si se cree oportuno, en el altar, dice la oración con las manos extendidas.

Los fieles pueden permanecer arrodillados o de pie, durante todo el tiempo de la oración.

12. Antes de cada oración del sacerdote pueden utilizarse las invitaciones tradicionales del diácono: Nos ponemos de rodillas – Nos ponemos de pie; en ese caso, los fieles se arrodillan en silencio durante la súplica.

Las Conferencias Episcopales pueden proponer otras invitaciones para introducir la oración del sacerdote.

13. Cuando hay una grave necesidad pública, el obispo diocesano puede permitir o prescribir que se añada alguna intención especial.

La oración se dice en tono simple o, si se hacen las invitaciones: Nos ponemos de rodillas – Nos ponemos de pie, en tono solemne.

I. Por la santa Iglesia

Oremos, queridos hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que nuestro Dios y Señor le conceda la paz y la unidad, se digne protegerla en toda la tierra y nos conceda glorificarlo, como Dios Padre omnipotente, con una vida pacífica y serena.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones, conserva la obra de tu misericordia, para que tu Iglesia, extendida por toda la tierra, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

II. Por el Papa

Oremos también por nuestro Santo Padre el Papa N., para que Dios nuestro Señor, que lo escogió para el orden de los obispos, lo conserve a salvo y sin daño para bien de su santa Iglesia, a fin de que pueda gobernar al pueblo santo de Dios.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, cuya sabiduría gobierna el universo, atiende favorablemente nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos diste, para que el pueblo cristiano, que tú mismo pastoreas, progrese bajo su cuidado en la firmeza de su fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

III. Por el pueblo de Dios y sus ministros

Oremos también por nuestro obispo N., por todos los obispos, presbíteros y diáconos de la Iglesia, y por todo el pueblo santo de Dios.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas a toda la Iglesia, escucha nuestras súplicas por tus ministros, para que, con la ayuda de tu gracia, te sirvan con fidelidad.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

1.- Aquí se puede hacer mención del Obispo coadjutor o de los Obispos auxiliares, conforme a lo previsto por la IGMR, n. 149.

IV. Por los catecúmenos

Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios nuestro Señor abra los oídos de sus corazones y les manifieste su misericordia, y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados a Cristo, Señor nuestro.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia, acrecienta la fe y el conocimiento a los (nuestros) catecúmenos, para que, renacidos en la fuente bautismal, los cuentes entre tus hijos de adopción. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

V. Por la unidad de los cristianos

Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor se digne congregar y custodiar en la única Iglesia a quienes procuran vivir en la verdad.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad, mira benignamente la grey de tu Hijo, para que, a cuantos están consagrados por el único bautismo, también los una la integridad de la fe y los asocie el vínculo de la caridad.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

VI. Por los judíos

Oremos también por los judíos, para que a quienes Dios nuestro Señor habló primero, les conceda progresar continuamente en el amor de su nombre y en la fidelidad a su alianza.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que confiaste tus promesas a Abraham y a su descendencia, oye compasivo los ruegos de tu Iglesia, para que el pueblo que adquiriste primero como tuyo, merezca llegar a la plenitud de la redención.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

VII. Por los que no creen en Cristo

Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, puedan ellos encontrar el camino de la salvación.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo, que, caminando en tu presencia con sinceridad de corazón, encuentren la verdad; y a nosotros concédenos crecer en el amor mutuo y en el deseo de comprender mejor los misterios de tu vida, a fin de que seamos testigos cada vez más auténticos de tu amor en el mundo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

VIII. Por los que no creen en Dios

Oremos también por los que no conocen a Dios, para que, buscando con sinceridad lo que es recto, merezcan llegar hasta él.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, que creaste a todos los hombres para que deseándote te busquen, y para que al encontrarte descansen en ti, concédenos que, en medio de las dificultades de este mundo, al ver los signos de tu amor y el testimonio de las buenas obras de los creyentes, todos los hombres se alegren al confesarte como único Dios verdadero y Padre de todos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

IX. Por los gobernantes

Oremos también por todos los gobernantes de las naciones, para que Dios nuestro Señor guíe sus mentes y corazones, según su voluntad providente, hacia la paz verdadera y la libertad de todos.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, en cuyas manos están los corazones de los hombres y los derechos de las naciones, mira con bondad a nuestros gobernantes, para que, con tu ayuda, se afiance en toda la tierra un auténtico progreso social, una paz duradera y una verdadera libertad religiosa.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

X. Por los que se encuentran en alguna tribulación

Oremos, hermanos muy queridos, a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todos sus errores, aleje las enfermedades, alimente a los que tienen hambre, libere a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad a los que viajan, un buen retorno a los que se hallan lejos del hogar, la salud a los enfermos y la salvación a los moribundos.

Se ora un momento en silencio. Luego prosigue el sacerdote:

Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de los que sufren, escucha a los que te invocan en su tribulación, para que todos experimenten en sus necesidades la alegría de tu misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

14. Terminada la oración universal, se hace la adoración solemne de la Santa Cruz. De las dos formas que se proponen a continuación para la presentación de la Cruz, elijase la que se juzgue más apropiada conforme a las necesidades pastorales.

Primera forma

15. El diácono, u otro ministro idóneo, con los ministros, se dirige a la sacristía, de donde trae procesionalmente la Cruz, cubierta con un velo morado. Se dirige a través de la iglesia hasta el centro del presbiterio, acompañado de dos ministros con velas encendidas.

El sacerdote, de pie ante el altar, de cara al pueblo, recibe la Cruz, descubre un poco su extremo superior, la eleva y canta: Miren el árbol de la Cruz, ayudado en el canto por el diácono o, si es necesario, por el coro. Todos responden: Vengan y adoremos. Terminado el canto, todos se arrodillan y adoran en silencio, durante unos instantes, la Cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto.

Miren el árbol de la Cruz, donde estuvo clavado el Salvador del mundo.

R/. Vengan y adoremos.

Enseguida el sacerdote descubre el brazo derecho de la Cruz y, elevándola de nuevo, comienza a cantar (en el mismo tono que antes) Miren el árbol de la Cruz, y se prosigue como la primera vez. Finalmente, descubre por completo la Cruz y, volviéndola a elevar, comienza por tercera vez Miren el árbol de la Cruz, como la primera vez.

Segunda Forma

16. El sacerdote o el diácono, u otro ministro idóneo, va a la puerta de la iglesia, juntamente con los ministros. Ahí recibe la Cruz ya descubierta, los ministros toman los ciriales encendidos, y todos avanzan en procesión hacia el presbiterio. Cerca de la puerta de la iglesia, el que lleva la Cruz la levanta y canta: Miren el árbol de la Cruz. Todos responden: Vengan y adoremos, se arrodillan después de la respuesta, y adoran un momento en silencio. Esto mismo se repite a la mitad de la iglesia y a la entrada del presbiterio. (Se canta las tres veces en un mismo tono).

17. Enseguida, el sacerdote o el diácono, acompañado de dos ministros con velas encendidas, lleva la Cruz hasta la entrada del presbiterio o hasta un lugar apto y la coloca ahí o la entrega a los ministros para que la sostengan, y se colocan las velas a la derecha y a la izquierda de la Cruz.

18. Para la adoración de la Cruz, se acerca primero el sacerdote celebrante, habiéndose quitado la casulla y el calzado, si es oportuno. Enseguida, se acercan, a la manera de una procesión, el clero, los ministros laicos y los fieles, y adoran la Cruz, haciendo delante de ella una genuflexión simple o algún otro signo de veneración, según la costumbre del lugar, por ejemplo, besando la Cruz.

19. Expóngase solamente una Cruz a la adoración de los fieles. Si por el gran número de asistentes no todos pudieran acercarse, el sacerdote, después de que una parte del clero y de los fieles hayan hecho la adoración, toma la Cruz y, de pie ante el altar, invita a todo el pueblo con breves palabras a adorar la santa Cruz. Luego la levanta en alto, por un momento, para que los fieles la adoren en silencio.

20. Mientras tanto, se canta la antífona Tu Cruz adoramos, los improperios, el himno Crux fidelis, u otros cantos apropiados. Todos, conforme van terminando de adorar la Cruz, regresan a su lugar y se sientan.

ANTÍFONA (Cfr. Sal 66, 24)

Tu Cruz adoramos, Señor, tu santa resurrección alabamos y glorificamos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero. Que el Señor se apiade de nosotros y nos bendiga, que nos muestre su rostro radiante y misericordioso

Se repite la antífona: Tu Cruz…

IMPROPERIOS

Las partes que corresponden al primer coro se indican con el número 1, las que corresponden al segundo con el número 2, las que deben cantarse juntamente por los dos coros, con los números 1 y 2. Algunos versos también pueden cantarse por dos cantores

1 y 2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.

1. ¿Porque yo te saqué de Egipto, tú le has preparado una cruz a tu Salvador?

2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme

1. Hágios o Theós.

2. Santo Dios.

1. Hágios Ischyrós.

2. Santo fuerte.

1. Hágios Athánatos, eléison himás.

2. Santo inmortal, ten piedad de nosotros.

1 y 2. ¿Porque yo te guié cuarenta años por el desierto, te alimenté con el maná y te introduje en una tierra fértil, tú le preparaste una cruz a tu Salvador?

1. Hágios o Theós…

1 y 2. ¿Qué más pude hacer, o qué dejé sin hacer por ti?

Yo mismo te elegí y te planté, hermosa viña mía, pero tú te has vuelto áspera y amarga conmigo, porque en mi sed me diste de beber vinagre y has plantado una lanza en el costado a tu Salvador.

1. Hágios o Theós…

Cantores:

Por ti yo azoté a Egipto y a sus primogénitos, y tú me has entregado para que me azoten.

1 y 2 repiten:

Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, o en qué cosa te he ofendido? Respóndeme.

Cantores:

Yo te saqué de Egipto y te libré del faraón en el Mar Rojo, y tú me has entregado a los sumos sacerdotes.

1 y 2 repiten:

Pueblo mío…

Cantores:

Yo te abrí camino por el mar, y tú me has abierto el costado con tu lanza.

1 y 2 repiten:

Pueblo mío…

Cantores.

Yo te serví de guía con una columna de nubes, y tú me has conducido al pretorio de Pilato.

1 y 2 repiten:

Pueblo mío…

Cantores:

Yo te di de comer maná en el desierto, y tú me has dado de bofetadas y azotes

1 y 2 repiten:

Pueblo mío…

Cantores:

Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña, y tú me has dado a beber hiel y vinagre.

1 y 2 repiten:

Pueblo mío…

Cantores:

Por ti yo herí a los reyes cananeos, y tú, con una caña, me has herido en la cabeza.

1 y 2 repiten:

Pueblo mío…

Cantores:

Yo puse en tus manos un cetro real, y tú me has puesto en la cabeza una corona de espinas.

1 y 2 repiten:

Pueblo mío…

Cantores:

Yo te exalté con mi omnipotencia, y tú me has hecho subir a la deshonra de la Cruz.

1 y 2 repiten:

Pueblo mío…

Todos:

Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido.

Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor.

Dulce leño, dulces clavos. Dulce el fruto que nos dio.

Cantores:

Canta, oh lengua jubilosa, el combate singular en que el Salvador del mundo inmolado en una cruz, con su sangre redentora a los hombres rescató.

Todos:

Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido.

Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos, ni en su flor.

Cantores:

Cuando Adán, movido a engaño comió el fruto del Edén, el Creador, compadecido, desde entonces decretó que un árbol nos devolviera lo que un árbol nos quitó.

Todos:

Dulce leño, dulces clavos, dulce el fruto que nos dio.

Cantores:

Quiso, con sus propias armas, vencer Dios al seductor, la sabiduría a la astucia fiero duelo le aceptó, para hacer surgir la vida donde la muerte brotó.

Todos:

Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido.

Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor.

Cantores:

Cuando el tiempo hubo llegado, el Eterno nos envió a su Hijo desde el cielo, Dios eterno como él, que en el seno de una Virgen carne humana revistió.

Todos:

Dulce leño, dulces clavos, dulce el fruto que nos dio.

Cantores:

Hecho un niño está llorando, de un pesebre en la estrechez.

En Belén, la Virgen madre en pañales lo envolvió. He allí al Dios potente, pobre, débil, párvulo

Todos:

Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido.

Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos, ni en su flor

Cantores:

Cuando el cuerpo del Dios-Hombre alcanzó su plenitud, al tormento, libremente, cual cordero, se entregó, pues a ello vino al mundo a morir en una cruz.

Todos:

Dulce leño, dulces clavos, dulce el fruto que nos dio.

Cantores:

Ya se enfrenta a las injurias, a los golpes y al rencor, ya la sangre está brotando de la fuente de salud.

En qué río tan divino se ha lavado la creación.

Todos:

Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido.

Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor

Cantores:

Árbol santo, cruz excelsa, tu dureza ablanda ya, que tus ramas se dobleguen al morir el Redentor y en tu tronco suavizado, lo sostenga con piedad.

Todos:

Dulce leño, dulces clavos, dulce el fruto que nos dio.

Cantores:

Feliz puerto preparaste para el mundo náufrago y el rescate presentaste para nuestra redención, pues la Sangre del Cordero en tus brazos se ofrendó.

Todos:

Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido.

Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor.

Conclusión que nunca debe omitirse:

Todos:

Elevemos jubilosos a la augusta Trinidad, nuestra gratitud inmensa, por su amor y redención, al eterno Padre, al Hijo y al Espíritu de amor.

Amén.

Según las condiciones del lugar o de las tradiciones populares y, según la conveniencia pastoral, puede cantarse Stabat Mater, de acuerdo al Gradual Romano, o algún canto apropiado que recuerde el dolor de la Santísima Virgen María.

21. Terminada la adoración, la Cruz es llevada por el diácono o por algún ministro a su lugar cerca del altar. Las velas encendidas se colocan cerca, o sobre el altar o junto a la Cruz

22. Se extiende un mantel sobre el altar y se pone sobre el un corporal y el misal. Entre tanto, el diacono o en su ausencia, el mismo sacerdote habiéndose colocado el paño de hombros, trae el Santísimo Sacramento del lugar de la reserva directamente al altar, mientras todos permanecen de pie y en silencio. Dos ministros con candeleros encendidos, acompañan al Santísimo Sacramento y depositan luego los candeleros junto al altar o sobre él.

Después de que el diácono, si está presente, ha depositado el Santísimo Sacramento sobre el altar y ha descubierto el copón, se acerca el sacerdote al altar y hace genuflexión.

23. A continuación el sacerdote, teniendo las manos juntas, dice con voz clara:

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

El sacerdote, con las manos extendidas dice junto con el pueblo

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

AMÉN.

24. El sacerdote, con las manos extendidas prosigue el solo:

Libranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.

El pueblo concluye la oración, aclamando:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

25. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

26. Enseguida hace genuflexión, toma una partícula, la mantiene un poco elevada sobre el copón, y dice con voz clara, de cara al pueblo:

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, dice una sola vez: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

27. Y, vuelto hacia el altar, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo, diciendo en secreto.

El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.

28. Después distribuye la Comunión a los fieles Durante la Comunión se puede cantar el salmo 21 u otro canto apropiado.

29. Acabada la Comunión, el diácono u otro ministro idóneo lleva el copón a algún lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o bien, si lo exigen las circunstancias, lo reserva en el sagrario.

30. Después el sacerdote dice: Oremos, y guardando, si lo cree oportuno, un breve silencio, dice la oración después de la Comunión:

Dios todopoderoso y eterno, que nos has redimido con la gloriosa muerte y resurrección de tu Hijo Jesucristo, prosigue en nosotros la obra de tu misericordia, para que, mediante nuestra participación en este misterio, permanezcamos dedicados a tu servicio.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

31. Para la despedida el diácono, o en su ausencia, el mismo sacerdote, puede decir la invitación: Inclinen la cabeza para recibir la bendición. Enseguida el sacerdote, de pie y vuelto. hacia el pueblo, extendiendo las manos sobre él, dice la siguiente oración sobre el pueblo:

Envía, Señor, sobre este pueblo tuyo, que ha conmemorado la muerte de tu Hijo, en espera de su resurrección, la abundancia de tu bendición; llegue a él tu perdón, reciba tu consuelo, se acreciente su fe santa y se consolide su eterna redención.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

32. Y todos, haciendo genuflexión a la Cruz se retiran en silencio.

33. Después de la celebración se desnuda el altar, dejando, sin embargo, sobre él la Cruz con dos o cuatro candeleros.

34. Los que asistieron a esta solemne acción litúrgica de la tarde, no celebran la hora de Vísperas.

19

1. Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece en ayuno y oración, junto al sepulcro del Señor, meditando en su pasión y muerte, así como en su descenso al lugar de los muertos, y esperando su resurrección.

2. Manteniendo el altar enteramente desnudo, la Iglesia se abstiene de celebrar el sacrificio de la Misa hasta que, después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días subsiguientes.

3. Este día la sagrada Comunión puede administrarse sólo como viático.

LITURGIA DE LAS HORAS:

Todo propio.

1. Según una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor del Señor (Exódo 12, 42) Los fieles, llevando en la mano según la exhortación evangélica (Lucas 12, 35-37) lámparas encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para que, cuando él vuelva, los encuentre vigilantes y los haga sentar a su mesa.

2. La Vigilia de esta noche, la más grande y noble de todas las solemnidades, sea una sola para cada una de las iglesias. Así esta celebración de la Vigilia se desarrolla de la siguiente manera: después de la breve liturgia de la luz o “lucernario” y del Pregón pascual (primera parte de la Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor, medita los portentos que el obró desde el principio a favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la Palabra), y cuando el día está por llegar, encontrándose ya acompañada de sus nuevos miembros, renacidos en el Bautismo (ter cera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo por medio del memorial de su muerte y resurrección, hasta que vuelva (cuarta parte).

3. Toda la celebración de la Vigilia Pascual se debe hacer en la noche, de modo que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar después del alba del domingo.

4. La Misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la Misa pascual del domingo de Resurrección.

5. Quien participa en la Misa de la noche, puede comulgar también en la Misa del día. Quien celebra o concelebra la Misa de la noche, puede celebrar o concelebrar también la Misa del día.

La Vigilia Pascual ocupa el lugar del Oficio de lectura.

6. El diacono asiste como de costumbre al sacerdote. En su ausencia, su ministerio lo asumen el sacerdote celebrante o un concelebrante, con excepción de lo que se indica más adelante.

El sacerdote y el diácono se revisten, desde el principio, como para la Misa, con vestiduras blancas.

7. Prepárense suficientes velas para todos los fieles que participen en la Vigilia. Se apagan todas les luces de la iglesia.

8. En un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se prepara un fuego que llamee. Congregado ahí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros lleva el cirio pascual. No se usan ni la cruz procesional ni los ciriales.

Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la iglesia, todo este rito se desarrolla como se indica en el n. 13.

9. El sacerdote y los fieles se signan, mientras el dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseguida saluda al pueblo, como de costumbre, le hace una breve monición sobre la vigilia de esta noche, con estas palabras u otras semejantes.

Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues, juntos la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en su triunfo sobre la muerte y de vivir con él para siempre en Dios.

10. Enseguida el sacerdote bendice el fuego, diciendo con las manos extendidas:

Oremos.

Dios nuestro, que por medio de tu Hijo comunicaste a tus fieles el fuego de tu luz, santifica † este fuego nuevo y concédenos que, al celebrar estas fiestas pascuales, se encienda en nosotros el deseo de las cosas celestiales, para que podamos llegar con un espíritu renovado a las fiestas de la eterna claridad.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

11. Una vez bendecido el fuego nuevo, uno de los ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Este, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza sobre él, la letra griega Alfa y, debajo, la letra Omega, entre los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso mientras dice:

1. Cristo ayer y hoy, traza la línea vertical;

2. Principio y fin, traza la línea horizontal:

3. Alfa, traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical;

4. y Omega. Traza la letra Omega, debajo de la línea vertical;

5. Suyo es el tiempo, traza el primer número del año en curso, en el ángulo superior izquierdo de la cruz;

6. y la eternidad. Traza el segundo número del año en curso, en el ángulo superior derecho:

7. A él la gloria y el poder, traza el tercer número del año en curso, en el ángulo inferior izquierdo;

8. por los siglos de los siglos. Amén. Traza el cuarto número del año en curso, en el ángulo inferior derecho.

12. Después de haber trazado la cruz y los demás signos, el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz, diciendo al mismo tiempo:

1. Por sus santas llagas

2. gloriosas,

3. nos proteja

4. y nos guarde

5. Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

13. Cuando por alguna razón no se puede encender el fuego fuera de la iglesia, el rito se acomoda a las circunstancias. El pueblo se reúne como de costumbre en la iglesia. El celebrante con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio pascual, se dirige a la puerta de entrada. El pueblo, en cuanto sea posible, se vuelve hacia el sacerdote.

Hecho el saludo y la monición como se indita en el número 9, enseguida se bendice el fuego y se prepara el cirio como se indica en los números 10-12.

14. El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:

Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu.

En cuanto a los elementos precedentes, las Conferencias Episcopales pueden establecer otras formas de hacer los ritos más acomodadas a la idiosincrasia de cada pueblo.

15. Encendido el cirio, uno de los ministros toma del luego unos carbones ardientes y los coloca en el incensario, y el sacerdote, en la forma acostumbrada, pone el incienso. El diacono, o en su ausencia otro ministro idóneo, recibe de un ministro el cirio pascual y se dispone la procesión. El turiferario con el incensario humeante se coloca adelante del diacono o del otro ministro, que lleva el cirio pascual. Siguen el sacerdote, los ministros y luego el pueblo, que llevan todos en la mano las velas apagadas.

En la puerta de la iglesia, el diácono se detiene y, elevando el cirio, canta:

V. Luz de Cristo.

Y todos responden:

R/. Demos gracias a Dios.

El sacerdote enciende su vela de la llama del cirio pascual.

16. Enseguida el diácono avanza hasta la mitad de la iglesia, se detiene y, elevando el cirio, canta por segunda vez:

Luz de Cristo.

Y todos responden:

Demos gracias a Dios.

Todos encienden su vela de la llama del cirio pascual y avanzan.

17. Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia el pueblo, eleva el cirio y canta por tercera vez:

Luz de Cristo.

Y todos responden:

Demos gracias a Dios.

A continuación el diácono pone el cirio pascual en el candelabro que está preparado junto al ambón o en medio del presbiterio.

Y entonces se encienden las luces de la iglesia, con excepción de las velas del altar.

18. Cuando el sacerdote llega al altar, se dirige a la sede, entrega su vela a un ministro, pone y ben dice el incienso como lo hace en la Misa antes del Evangelio. El diácono se acerca al sacerdote y, diciendo: Padre, dame tu bendición, pide y recibe la bendición del sacerdote, el cual dice en voz baja:

El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames dignamente su Pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo †, y del Espíritu Santo.

Y el diácono responde:

Amén.

Esta bendición se omite si el Pregón pascual es proclamado por otro que no sea diácono.

19. El diácono, habiendo incensado el libro y el cirio, proclama el Pregón pascual desde el ambón o desde un atril. Todos permanecen de pie, teniendo en sus manos las velas encendidas.

El Pregón pascual puede ser proclamado, en ausencia del diácono, por el mismo sacerdote o por otro presbítero concelebrante, Pero si, en caso de necesidad, un cantor laico proclama el Pregón, omite las palabras: Por eso, queridos hermanos, hasta el final del invitatorio, así como el saludo: El Señor esté con ustedes.

Alégrense, por fin, los coros de los ángeles, alégrense las jerarquías del cielo y, por la victoria de rey tan poderoso, que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero. Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante: resuene este recinto con las aclamaciones del pueblo.

(Por eso, queridos hermanos, que asisten a la admirable claridad de esta luz santa, Invoquen conmigo la misericordia de Dios omnipotente, para que aquel que, sin mérito mío, me agregó al número de los ministros, complete mi alabanza a este cirio, infundiendo el resplandor de su luz).

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu).

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón, a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán, y ha borrado con su sangre inmaculada la condena del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo.

Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra, los arranca de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye a la gracia y los agrega a los santos. Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.

¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó del abismo. Ésta es la noche de la que estaba escrito: “Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo”.

Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas.

Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, que arde en llama viva para la gloria de Dios. Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de cera fundida que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa. ¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!

Te rogamos, Señor, que este cirio consagrado a tu nombre para destruir la oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a las lumbreras del cielo. Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso, Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo, brilla sereno para el linaje humano y vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

20. En esta Vigilia, “madre de todas las Vigilias”, se proponen nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio), que deben ser leídas todas, siempre que sea posible, para conservar la índole de la Vigilia, la cual exige que dure un tiempo prolongado.

21. Sin embargo, donde lo pidan circunstancias pastorales verdaderamente graves, puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que la lectura de la Palabra de Dios es parte fundamental de esta Vigilia Pascual. Deben leerse, por lo menos tres lecturas del Antiguo Testamento, tomadas de la Ley y de los Profetas, y cántense sus respectivos salmos responsoriales. Nunca se omita la tercera lectura, tomada del capítulo 14 del Éxodo, con su cántico.

22. Todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote exhorta a la asamblea con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos, habiendo iniciado solemnemente la Vigilia Pascual, escuchemos con recogimiento la palabra de Dios. Meditemos cómo, en la antigua alianza, Dios salvó a su pueblo y en la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su Hijo para que nos redimiera. Oremos para que Dios lleve a su plenitud la obra de la redención realizada por el misterio pascual.

23. Siguen luego las lecturas. Un lector va al ambón y proclama la lectura. Después el salmista o cantor dice el salmo, alternando con las respuestas del pueblo. Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice: Oremos, y, después de que todos han orado en silencio durante unos momentos, dice la oración que corresponde a la lectura.

En lugar del salmo responsorial, se puede guardar un momento de silencio sagrado. En este caso se omite la pausa después del Oremos.

Del libro del Génesis 1, 1-2, 2

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

Dijo Dios: “Que exista la luz”, y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas, “noche”. Fue la tarde y la mañana del primer día.

Dijo Dios: “Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras”. E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda “cielo”. Fue la tarde y la mañana del segundo día.

Dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco”. Y así fue. Llamó Dios “tierra” al suelo seco y “mar” a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: “Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra”. Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.

Dijo Dios: “Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra”. Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.

Dijo Dios: “Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes y revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo”. Creó Dios los grandes animales marinos y los vivientes que en el agua se deslizan y la pueblan, según su especie. Creó también el mundo de las aves, según sus especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: “Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra”. Fue la tarde y la mañana del quinto día.

Dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras, según sus especies”. Y así fue. Hizo Dios las fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada uno según su especie. Y vio Dios que era bueno.

Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, Ilenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.

Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue, Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.

Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

O bien: Forma breve

Del libro del Génesis 1, 1. 26-31

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, Ilenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.

Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R/.

Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre. Con un vestido de mares la cubriste y las aguas en los montes concentraste. R/.

En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas; junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas. R/.

Desde tu cielo riegas los montes y sacias la tierra del fruto de tus manos; haces brotar hierba para los ganados y pasto para los que sirven al hombre. R/.

¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría! La tierra está llena de tus creaturas. Bendice al Señor, alma mía. R/.

O bien:

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.

La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, los astros. Los mares encerró como en un odre y como en una presa, los océanos. R/.

Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; dichoso el pueblo que escogió por suyo. Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres. R/.

En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado. R/.

24. Después de la primera lectura: La creación (Génesis 1, 1-2, 2; o bien, en forma breve, 1, 1. 26-31a), y el salmo (103 o 32).

Oremos.

Dios todopoderoso y eterno, que en todas las obras de tu amor te muestras admirable, concede a quienes has redimido, comprender que el sacrificio de Cristo, nuestra Pascua, en la plenitud de los tiempos, es una obra más maravillosa todavía que la misma creación del mundo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

O bien: Creación del hombre

Oremos.

Dios nuestro, que de modo admirable creaste al hombre y de modo más admirable aún lo redimiste, concédenos sabiduría de espíritu, para resistir a los atractivos del pecado y poder llegar así a las alegrías eternas.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Del libro del Génesis 22, 1-18

En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: “¡Abraham, Abraham!”. Él respondió: “Aquí estoy”. Y Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré”.

Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de sus criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que Dios le había indicado. Al tercer día divisó a lo lejos el lugar. Les dijo entonces a sus criados: “Quédense aquí con el burro; yo iré con el muchacho hasta allá, para adorar a Dios y después regresaremos”.

Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a su padre Abraham: “¡Padre!”. Él respondió: “¿Qué quieres, hijo?”. El muchacho contestó: “Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?”. Abraham le contestó: “Dios nos dará el cordero para el sacrificio, hijo mío”. Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo. Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: “¡Abraham, Abraham!” Él contestó: “Aquí estoy”. El ángel le dijo: “No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único”. Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abraham puso por nombre a aquel sitio “el Señor provee”, por lo que aun el día de hoy se dice: “el monte donde el Señor provee”.

El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: “Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.

El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R/.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.

25. Después de la segunda lectura: El sacrificio de Abraham (Génesis 22, 1-18; o bien, en forma breve, 1-2. 9a. 10-13, 15-18), y el salmo (15).

Oremos.

Dios nuestro, excelso Padre de los creyentes, que por medio de la gracia de la adopción y por el misterio pascual sigues cumpliendo la promesa hecha a Abraham de multiplicar su descendencia por toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones, concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Del libro del Éxodo 14, 15-15, 1

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu bastón, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón y de todo su ejército, de sus carros y jinetes. Cuando me haya cubierto de gloria a expensas del faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor”.

El ángel del Señor, que iba al frente de las huestes de Israel, se colocó tras ellas. Y la columna de nubes que iba adelante, también se desplazó y se puso a sus espaldas, entre el campamento de los israelitas y el campamento de los egipcios. La nube era tinieblas para unos y claridad para otros, y así los ejércitos no trabaron contacto durante toda la noche.

Moisés extendió la mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió las aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución y toda la caballería del faraón, sus carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar. Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico. Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente. Dijeron entonces los egipcios: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto”. Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes”. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas volvieron a su sitio, de suerte que al huir, los egipcios se encontraron con ellas, y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército del faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel. Ni uno solo se salvó.

Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las aguas les hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios, muertos en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios, y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor:

Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, él es mi salvación; él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo le cantaré. R/.

El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes. R/.

Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor, tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R/.

Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia, en el lugar que convertiste en tu morada, en el santuario que construyeron tus manos. Tú, Señor, reinarás para siempre. R/.

26. Después de la tercera lectura: El paso del Mar Rojo (Éxodo 14, 15-15, 1), y su cántico (Éxodo 15).

Oremos.

Señor Dios, cuyos antiguos prodigios los percibimos resplandeciendo también en nuestros tiempos, puesto que aquello mismo que realizó la diestra de tu poder para liberar a un solo pueblo de la esclavitud del faraón, lo sigues realizando también ahora, por medio del agua del bautismo para salvar a todas las naciones, concede que todos los hombres del mundo lleguen a contarse entre los hijos de Abraham y participen de la dignidad del pueblo elegido.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

O bien:

Oremos.

Dios nuestro, que manifestaste a la luz del Nuevo Testamento el sentido profundo de los prodigios realizados en los tiempos antiguos, dejándonos ver en el paso del Mar Rojo, una imagen del bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un anuncio de los sacramentos del pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe, participen del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción santificadora de tu Espíritu.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Del libro del profeta Isaías 54, 5-14

“El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es ‘Señor de los ejércitos’. Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado ‘Dios de toda la tierra’. Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios. Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor.

Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los montes y hundirse las colinas, siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti.

Tú, la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda y murallas de piedras preciosas.

Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será grande su prosperidad. Serás consolidada en la justicia. Destierra la angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida tu miedo, porque ya no se acercará a ti”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. R/.

Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. R/.

Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R/.

27. Después de la cuarta lectura: La nueva Jerusalén (Isaías 54, 5-14), y el salmo (29).

Oremos.

Dios todopoderoso y eterno, multiplica, en honor a tu nombre, cuanto prometiste a nuestros padres en la fe y acrecienta la descendencia por ti prometida mediante la santa adopción filial, para que aquello que los antiguos patriarcas no dudaron que habría de acontecer, tu Iglesia advierta que ya está en gran parte cumplido.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

La oración anterior puede sustituirse por alguna de las que siguen, cuando sus lecturas correspondientes vayan a omitirse.

Del libro del profeta Isaías 55, 1-11

Esto dice el Señor: “Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta?

Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán.

Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David. Como a él lo puse por testigo ante los pueblos, como príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás a un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán a ti, por amor del Señor, tu Dios, por el Santo Israel, que te ha honrado.

Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, así aventajan.

mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.

Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. R/.

Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. R/.

28. Después de la quinta lectura: La salvación que se ofrece gratuitamente a todos (Isaías 55, 1-11), y el cántico (Is 12).

Oremos.

Dios todopoderoso y eterno, única esperanza del mundo, tú que anunciaste, por voz de los profetas, los misterios que estamos celebrando esta noche, multiplica en el corazón de tu pueblo los santos propósitos porque no podría ningún santo anhelo alcanzar crecimiento sin el impulso que procede de ti.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Del libro del profeta Baruc 3, 9-15. 32-4, 4

Escucha, Israel, los mandatos de vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con los muertos, que te veas contado entre los que descienden al abismo? Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los senderos de Dios, habitarías en paz eternamente.

Aprende dónde están la prudencia, la inteligencia y la energía, así aprenderás dónde se encuentra el secreto de vivir larga vida, y dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el que halló el lugar de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros? El que todo lo sabe, la conoce; con su inteligencia la ha escudriñado. El que cimentó la tierra para todos los tiempos, y la pobló de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella va, la llama, y temblorosa le obedece: llama a los astros, que brillan jubilosos en sus puestos de guardia, y ellos le responden: “Aquí estamos”, y refulgen gozosos para aquel que los hizo. Él es nuestro Dios y no hay otro como él: él ha escudriñado los caminos de la sabiduría y se la dio a su hijo Jacob, a Israel, su predilecto. Después de esto, ella apareció en el mundo y convivió con los hombres.

La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna; los que la guardan, vivirán, los que la abandonan, morirán.

Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de su luz; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero. Bienaventurados nosotros, Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha sido revelado.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.

En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R/.

Más deseables que el oro y las piedras preciosas, las normas del Señor, y más dulces que la miel de un panal que gotea. R/.

29. Después de la sexta lectura: La fuente de la sabiduría (Baruc 3, 9-15. 32-4, 4), y el salmo (18).

Oremos.

Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con tu gracia a quienes has purificado con el agua del bautismo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Del libro del profeta Ezequiel 36, 16-28

En aquel tiempo, me fue dirigida la palabra del Señor en estos términos: “Hijo de hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos. Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías. Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras. Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié. Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo que de ellos se dijera: ‘Este es el pueblo del Señor, y ha tenido que salir de su tierra’.

Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel: ‘Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando por medio de ustedes les haga ver mi santidad.

Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias e idolatrías.

Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma te busca ti, Dios mío. R/.

Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo? / R/.

Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos, alabanzas a Dios. R/.

Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas. R/.

Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara. R/.

O bien, cuando hay bautizos:

R/. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación.

El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. R/.

Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. R/.

Alaben al Señor por sus proezas, anúncienlas a toda la tierra. Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. R/.

O bien:

R/. Crea en mí, Señor, un corazón puro.

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.

Devuélveme tu salvación, que regocija, y mantén en mí un alma generosa. Enseñaré a los descarriados tus caminos y volverán a ti los pecadores. R/.

Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.

30. Después de la séptima lectura: El corazón nuevo y el espíritu nuevo (Ezequiel 36, 16-28), y el salmo (41-42).

Oremos.

Dios de inmutable poder y eterna luz, mira propicio el admirable misterio de la Iglesia entera y realiza serenamente, en virtud de tu eterno designio, la obra de la humana salvación; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan, que se renueva lo que había envejecido y que, por obra de Jesucristo, todas las cosas concurren hacia la unidad que tuvieron en el origen.

Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

O bien:

Oremos.

Señor Dios, que con las enseñanzas de ambos Testamentos nos instruyes para celebrar el sacramento de la Pascua, haz que comprendamos la hondura de tu misericordia, para que los dones que hoy recibimos afiancen en nosotros la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor.do

R/. Amén.

31. Terminada la última lectura del Antiguo Testamento, con su salmo responsorial y la oración correspondiente, se encienden las velas del altar, y el sacerdote entona el himno Gloria a Dios en el cielo, que todos prosiguen, mientras se tocan las campanas, de acuerdo con las costumbres de cada lugar.

32. Terminado el himno, el sacerdote dice la oración colecta, como de ordinario.

ORACIÓN COLECTA

Oremos.

Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu de adopción filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos fielmente a tu servicio.

Por nuestro Señor Jesucristo…

33. Enseguida un lector hace la le un lector hace la lectura del Apóstol.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 6, 3-11

Hermanos: ¿No saben ustedes que todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a él en su muerte? En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.

Porque, si hemos estado íntimamente unidos a él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección. Sabemos que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues el que ha muerto queda libre del pecado.

Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él, porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre; y al resucitar, vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

34. Leída la Epístola, todos se ponen de pie, y el sacerdote entona solemnemente tres veces, elevando gradualmente su voz, el Aleluya, que todos repiten. Si hace falta, un salmista canta el Aleluya.

Luego un salmista o un cantor dice el salmo 117, al que el pueblo responde: Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. R/.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo, para contar lo que el Señor ha hecho. R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.

35. El sacerdote, como es costumbre, pone incienso y bendice al diácono. Para el Evangelio no se llevan los ciriales, sino solamente el incienso.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 1-12

El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.

Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite”. Y ellas recordaron sus palabras.

Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían.

Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

36. Después del Evangelio, no se omita la homilía, aunque sea breve.

37. Después de la homilía se pasa a la liturgia bautismal. El sacerdote con los ministros se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista de los fieles. De lo contrario se pone un recipiente con agua en el presbiterio.

38. Si hay catecúmenos, son llamados por su nombre y presentados por los padrinos, o, si son niños, son llevados por sus papás y sus padrinos frente a toda la asamblea.

39. Si tiene lugar la procesión al bautisterio o a la fuente bautismal, se organiza en este momento. Va delante el ministro con el cirio pascual; lo siguen los bautizandos con sus padrinos, en seguida los ministros, el diácono y el sacerdote. Durante la procesión se cantan las letanías (n. 43). Terminadas las letanías, el sacerdote hace la monición (n. 40).

40. Si, en cambio, se lleva a cabo la liturgia bautismal en el presbiterio, el sacerdote inmediatamente hace la monición introductoria con estas palabras u otras semejantes:

Si están presentes los que se van a bautizar:

Hermanos, acompañemos con nuestra oración a quienes anhelan renacer a una nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios, nuestro Padre, les otorgue su protección y amor.

Si se bendice la fuente, pero no hay bautismos:

Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso, que con su poder santifique esta fuente bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser regenerados en Cristo, sean agregados al número de hijos adoptivos de Dios.

41. Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden, estando de pie (por razón del Tiempo Pascual).

Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías durante la procesión; en este caso se llama a los que se van a bautizar, antes de comenzar la procesión. Se abre la procesión con el cirio pascual, luego siguen los bautizandos con sus padrinos, después los ministros, el diácono y el sacerdote. En este caso, la monición precedente se hace antes de la bendición del agua.

42. Si no hay bautismos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías se procede inmediata mente a la bendición del agua (n. 54).

43. En las letanías se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los patronos de quienes serán bautizados.

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.

R/. Rogad por nosotros

Santa María, Madre de Dios,

San Miguel,

Santos ángeles de Dios,

San Juan Bautista,

San José,

San Pedro y san Pablo,

San Andrés,

San Juan,

Santa María Magdalena,

San Esteban,

San Ignacio de Antioquía,

San Lorenzo,

San Felipe de Jesús,

Santos Cristóbal Magallanes y compañeros, mártires,

Santa Inés,

San Gregorio,

San Agustín,

San Atanasio,

San Basilio,

San Martín,

San Benito,

San Francisco y santo Domingo,

San Francisco Javier,

San Juan María Vianney,

San Rafael Guízar y Valencia,

San José María de Yermo y Parres,

Santa Catalina de Siena,

Santa Teresa de Jesús,

Santa Teresa del Niño Jesús,

Santa María de Jesús Sacramentado Venegas,

Santa María Guadalupe García Zavala,

San Juan Diego,

Todos los santos y santas de Dios,

R/. Líbranos, Señor.

Muéstrate propicio,

De todo mal,

De todo pecado,

De la muerte eterna,

Por tu encarnación,

Por tu muerte y resurrección,

Por el don del Espíritu Santo,

Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos.

Si hay bautismos:

Para que estos elegidos renazcan a la vida nueva por medio del bautismo,

te rogamos, óyenos.

Si no hay bautismos:

Para que santifiques esta fuente bautismal

por la que renacerán tus hijos a la vida nueva, te rogamos, óyenos.

Jesús, Hijo de Dios vivo, te rogamos, óyenos.

Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Si hay bautismos, el sacerdote, con las manos extendidas, dice esta oración:

Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y envía tu santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente bautismal a estos nuevos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante nuestra humilde colaboración en este ministerio.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

44. La bendición del agua puede ser cantada.

45. La aclamación a la bendición del agua también puede ser cantada.

46. Enseguida el sacerdote bendice el agua bautismal diciendo, con las manos extendidas, esta oración:

Dios nuestro, que con tu poder invisible realizas obras admirables por medio de los signos sacramentales y has hecho que tu creatura, el agua, signifique de muchas maneras la gracia del bautismo;

Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas en los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua recibiera el poder de dar la vida;

Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud;

Dios nuestro, que hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo a los hijos de Abraham, a fin de que el pueblo, liberado de la esclavitud del faraón, prefigurara al pueblo de los bautizados;

Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el Precursor en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran de su costado sangre y agua; y después de su resurrección mandó a sus apóstoles: “Vayan y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”: mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo.

Que por obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su antiguo pecado, por el sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva por el agua y el Espíritu Santo.

Si es oportuno, introduce el cirio pascual en el agua, una o tres veces, diciendo:

Te pedimos, Señor, que por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente el poder del Espíritu Santo,

Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue:

para que todos, sepultados con Cristo en su muerte por el bautismo, resuciten también con él a la vida nueva.

Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

47. Enseguida saca el cirio del agua, y el pueblo dice la siguiente aclamación:

Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo por los siglos.

48. Concluida la bendición del agua bautismal y dicha la aclamación del pueblo, el sacerdote, de pie, interroga a los adultos y a los papás o padrinos de los niños, para que hagan la renuncia, como está indicado en los respectivos Rituales romanos.

Si no se ha hecho antes la unción de los adultos con el óleo de los catecúmenos en los ritos inmediatamente preparatorios, se hace en este momento.

49. Enseguida, el sacerdote interroga a cada uno de los adultos sobre su fe, y también, si se trata de los niños, pide la triple profesión de fe a todos los papás y padrinos simultáneamente, como se indica en los respectivos Rituales.

Si son muchos los que se bautizan, puede ordenarse este rito de tal manera que, inmediatamente después de la respuesta de los bautizandos, padrinos y papás, el celebrante pida y reciba la renovación de las promesas bautismales de todos los presentes.

50. Terminado el interrogatorio, el sacerdote bautiza a los elegidos adultos y niños.

51. Después del bautismo, el sacerdote unge con el Crisma a quienes no han llegado al uso de razón. Y se entrega a todos, sean adultos o niños, la vestidura blanca. Luego, el sacerdote o el diácono recibe el cirio pascual de mano del ministro y se encienden las velas de los neófitos. El rito del “Effetá” se omite para quienes no han llegado al uso de razón.

52. A continuación, si no tuvieron lugar en el presbiterio el baño bautismal y los demás ritos explicativos, se retorna al presbiterio, organizada la procesión como antes, con los neófitos, o padrinos o papás llevando la vela encendida. Durante la procesión se canta el cántico bautismal Vidi aquam, u otro canto apropiado (n. 56).

53. Si los bautizados son adultos, el obispo o, en su ausencia, el presbítero que confirió el bautismo, adminístreles inmediatamente el sacramento de la Confirmación en el presbiterio, como se indica en el Pontifical o en el Ritual Romano.

54. Si no hay bautismos ni tampoco se bendice la fuente bautismal, el sacerdote prepara a los fieles para la bendición del agua, diciendo:

Pidamos, queridos hermanos, a Dios nuestro Señor, que se digne bendecir esta agua, con la cual seremos rociados en memoria de nuestro bautismo, y que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.

Y después de una breve pausa en silencio dice la siguiente oración, con las manos extendidas:

Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela en oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable de nuestra creación y la obra más admirable todavía, de nuestra redención. Dígnate bendecir † esta agua, que tú creaste para dar fertilidad a la tierra, frescura y limpieza a nuestros cuerpos.

Tú, además, convertiste el agua en un instrumento de tu misericordia: por ella liberaste a tu pueblo de la esclavitud y en el desierto saciaste su sed; con la imagen del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza que deseabas establecer con los hombres; por ella, finalmente, santificada por Cristo en el Jordán, renovaste, mediante el bautismo que nos da la vida nueva, nuestra naturaleza, corrompida por el pecado.

Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga participar en la alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en esta Pascua.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

55. Terminado el rito del Bautismo (y de la Confirmación) o, si no hubo bautismos, después de la bendición del agua, todos, de pie y teniendo en sus manos las velas encendidas, hacen la renovación de las promesas del bautismo, junto con los bautizandos, a no ser que ya se hubieran hecho (cfr. n. 49).

El sacerdote se dirige a los fieles, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos partícipes del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo, hemos sido sepultados con él en su muerte para resucitar con él a la vida nueva. Por eso, culminado nuestro camino cuaresmal, es muy conveniente que renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a Satanás y a sus obras y nos comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia católica.

Por consiguiente:

Sacerdote: ¿Renuncian ustedes a Satanás?

Todos: Sí, renuncio.

Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus obras?

Todos: Sí, renuncio.

Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus seducciones?

Todos: Sí, renuncio.

O bien:

Sacerdote: ¿Renuncian ustedes al pecado, para vivir en la libertad de los hijos de Dios?

Todos: Sí, renuncio.

Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal, para que el pecado no los esclavice?

Todos: Sí, renuncio.

Sacerdote: ¿Renuncian a Satanás, padre y autor de todo pecado?

Todos: Sí, renuncio.

La Conferencia Episcopal, si lo cree conveniente, puede ajustar más a las circunstancias locales esta segunda fórmula, sobre todo ahí donde entre los cristianos se requiera renunciar a las supersticiones, adivinaciones y artes mágicas.

Prosigue el sacerdote:

Sacerdote: ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?

Todos: Sí, creo.

Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?

Todos: Sí, creo.

Sacerdote: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?

Todos: Sí, creo.

Y el sacerdote concluye:

Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve con su gracia unidos a Jesucristo, nuestro Señor, hasta la vida eterna.

Todos: Amén.

56. El sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita, mientras todos cantan:

Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya. Vi que en todos aquellos que recibían el agua, surgía una vida nueva y cantaban con gozo: Aleluya, aleluya.

Se puede cantar también algún otro canto de índole bautismal.

57. Mientras tanto los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles. Si la bendición del agua bautismal no se hizo en el bautisterio, el diácono y los ministros llevan a la fuente bautismal, con toda reverencia, un recipiente con el agua bendita.

Si no hubo bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en un lugar apropiado.

58. Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, en donde, omitido el Credo, dirige la oración universal en la cual toman parte los neófitos por primera vez.

59. El sacerdote va al altar y comienza la liturgia eucarística en la forma acostumbrada.

60. Es conveniente que el pan y el vino sean presentados por los neófitos o, si son niños, por sus papás o padrinos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Recibe, Señor, las súplicas de tu pueblo junto con los dones que te presentamos, para que los misterios de la Pascua, que hemos comenzado a celebrar, nos obtengan, con tu ayuda, el remedio para conseguir la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

61. Prefacio I de Pascua: El Misterio Pascual (en esta noche).

62. En la Plegaria eucarística se hace memoria de los bautizados y de los padrinos, según las fórmulas que se encuentran en cada una de las Plegarias eucarísticas en el Misal y en el Ritual Romano.

63. Antes de decir Éste es el Cordero de Dios, el sacerdote puede exhortar brevemente a los neófitos sobre la primera Comunión que van a recibir y sobre el valor de tan gran misterio, que es el culmen de la iniciación y el centro de toda la vida cristiana.

64. Es conveniente que los neófitos reciban la sagrada Comunión bajo las dos especies, junto con sus padrinos, madrinas, papás y esposos católicos, y con los catequistas laicos. Es conveniente también, con el consentimiento del obispo diocesano, donde las circunstancias lo aconsejen, que todos los fieles reciban la sagrada Comunión bajo las dos especies.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Corintios 5, 7-8)

Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Aleluya.

Conviene cantar el salmo 117.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con los sacramentos pascuales, vivamos siempre unidos en tu amor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Que Dios todopoderoso los bendiga en este día solemnísimo de la Pascua y, compadecido de ustedes, los guarde de todo pecado.

R/. Amén.

Que les conceda el premio de la inmortalidad aquel que los ha redimido para la vida eterna con la resurrección de su Unigénito.

R/. Amén.

Que ustedes, que una vez terminados los días de la Pasión celebran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna.

R/. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo †, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R/. Amén.

Puede usarse también la fórmula de bendición final del Ritual del Bautismo de los adultos o de los niños, de acuerdo a las circunstancias.

65. Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote canta o dice:

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.

O bien:

Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.

Todos responden:

Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

Esta fórmula de despedida se utiliza durante toda la octava de Pascua.

70. El cirio pascual se enciende en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes de este tiempo.

20

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 138, 18. 5-6)

He resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí, aleluya: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu.

Por nuestro Señor Jesucristo…

“Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret”.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34. 37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.

Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

L. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. R/.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.

Libéranos, Señor, y danos tu victoria, Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R/.

Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.

De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 3, 1-4

Hermanos: Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con él.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

(Sólo el día de hoy es obligatoria; durante la octava es opcional)

Ofrezcan los cristianos

ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima

propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado,

que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables

unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte

en singular batalla,

Y, muerto el que es la vida,

Triunfante se levanta.

“¿Qué has visto de camino,

María, en la mañana?”.

“A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,

los ángeles testigos,

sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras

mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,

allí el Señor aguarda;

allí veréis los suyos

la gloria de la Pascua”.

Primicia de los muertos,

sabemos por tu gracia

que estás resucitado;

la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate

de la miseria humana

y da a tus fieles parte

en tu victoria santa

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (1 Corintios 5, 7-8)

R/. Aleluya, aleluya.

Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R/.

“Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 1-9

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el

sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

O bien: Lucas 24, 1-12 (Leccionario I, pág. 326)

O bien, en las Misas vespertinas del domingo:

“De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 13-35

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo Ilamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?”.

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?”. Él les preguntó: “¿Qué cosa?”. Ellos le respondieron: “Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron”.

Entonces Jesús les dijo: “¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?”. Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!”.

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”. Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

Sacerdote: Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos con insistencia al Señor, diciendo:

TODOS: Rey vencedor, escúchanos.

1. A Cristo, que ha sido constituido Cabeza de la iglesia, pidámosle que, por su amor, conceda abundante felicidad, gozo y exultación a todos los fieles que celebren su triunfo. Roguemos al Señor.

2. A Cristo, que ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven los dones que la misericordia del Padre les ha restituido. Roguemos al Señor.

3. A Cristo, que ha inaugurado la resurrección universal, pidámosle que alegre el corazón de los hombres y, con el anuncio evangélico, llene de gozo a todos los pueblos y naciones. Roguemos al Señor

4. A Cristo, que con su santa resurrección ha colmado de alegría a los pueblos, los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar de gozo nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran. Roguemos al Señor.

Intenciones de la Iglesia local.

Sacerdote: Señor Jesucristo, en esta fiesta gloriosa de tu resurrección te pedimos que escuches nuestras plegarias y extiendas tu diestra misericordiosa sobre este pueblo que tiene puesta toda su fe y su esperanza en el Señor resucitado.

Tú, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrificio, mediante el cual admirablemente renace y se nutre tu Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua: El Misterio Pascual (en este día), pág. 8.

Si se usa el Canon Romano, se dicen Reunidos en comunión (p, 563), у Acepta, Señor, en tu bondad (p. 564) propios. En las otras Plegarias eucarísticas también se dicen las partes propias para esta Misa.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Corintios 5, 7-8)

Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que, renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Para dar la bendición al final de la Misa, es conveniente que el sacerdote utilice la fórmula de bendición solemne de la Misa de la Vigilia Pascual, pág. 121.

Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote canta o dice:

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado.

Vayan en paz, aleluya, aleluya.

O bien:

Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.

Todos responden:

Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

21

SANTOS: San Anselmo, Arzobispo de Canterbury y Doctor de la Iglesia; San Apolonio, filósofo y mártir romano; San Conrado da Parzham, capuchino.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Éxodo 13, 5. 9)

El Señor les dio a ustedes una tierra que mana leche y miel, para que tengan siempre en su boca la ley del Señor. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que haces crecer siempre a tu Iglesia dándole nuevos hijos, concédenos la gracia de vivir de acuerdo con la fe que recibimos en el sacramento del bautismo.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 14. 22-33)

El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo: “Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz.

Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En efecto, David dice, refiriéndose a él: Yo veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que él está a mi lado para que yo no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia.

Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad. El patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción.

Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 15)
R/. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; mi vida está en sus manos. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R/.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R/.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R/.

Secuencia opcional, página 125.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Salmo 117, 24)

R/. Aleluya, aleluya.

Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

Jesús les salió al encuentro y las saludó.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 28, 8-15

Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: “No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán”. Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Éstos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones: “Digan: ‘Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación”.

Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, con bondad, las ofrendas de tu pueblo y haz que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua (en este día) página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Romanos 6, 9)

Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que la gracia de este sacramento pascual fructifique, Señor, en nuestros corazones para que podamos corresponder a los dones de tu amor, que nos abrió el camino de la salvación eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

La despedida se hace como en el día de Pascua.

22

SANTOS: Agapito I, LII pontífice. Beatos: Ndoc Suma, presbítero y mártir; Francisco Venimbene de Fabriano, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sirácides 15, 3-4)

El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en él y no vacilarán. Él los llenará de gloria eternamente. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que nos has hecho experimentar la fuerza vivificante del misterio pascual, sigue acompañando a tu pueblo con tu divina gracia, para que, conseguida la perfecta libertad, se convierta en gozo celestial la alegría que ahora lo inunda aquí en la tierra.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

“Conviértanse y bautícense en el nombre de Jesucristo”.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 36-41)

El día de Pentecostés, dijo Pedro a los judíos: “Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado”.

Estas palabras les llegaron al corazón y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: “¿Qué tenemos que hacer, hermanos?”. Pedro les contestó: “Conviértanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y recibirán el Espíritu Santo. Porque las promesas de Dios valen para ustedes y para sus hijos y también para todos los paganos que el Señor, Dios nuestro, quiera llamar, aunque estén lejos”.

Con éstas y otras muchas razones los instaba y exhortaba, diciéndoles: “Pónganse a salvo de este mundo corrompido”. Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unas tres mil personas.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 32)
R/. En el Señor está nuestra esperanza. Aleluya.

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.

En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado. R/.

Secuencia opcional, página 125.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Salmo 117, 24)

R/. Aleluya, aleluya.

Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

“¡He visto al Señor!”

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 11-18

El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?”. Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?”. Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: “Señor, si tú te lo llevaste dime dónde lo has puesto”. Jesús le dijo: “¡María!”. Ella se volvió y exclamo: “¡Rabuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios”. María Magdalena se fue a ver a los discípulos y les anunció: “¡He visto al Señor!”, y les contó lo que Jesús le había dicho.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, con bondad, estas ofrendas de tu familia santa, para que, con la ayuda de tu protección, conserve los dones recibidos y llegue a poseer los eternos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua (en este día) página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Colosenses 3, 1-2)

Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Escúchanos, Dios todopoderoso, y, ya que colmaste los corazones de tus hijos con la gracia incomparable del bautismo, prepáranos para alcanzar la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

La despedida se hace como en el día de Pascua.

23

SANTOS: Beatas: María Gabriela Sagheddu, religiosa cisterciense; Elena Valentini, terciaria agustina; Teresa María de la Cruz, virgen fundadora.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Mateo 25, 34)

Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que cada año nos inundas de alegría por la solemnidad de la resurrección del Señor, concédenos propicio que, por estas fiestas que celebramos en el tiempo, merezcamos llegar al gozo de la eternidad.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (3, 1-10)

En aquel tiempo, Pedro y Juan subieron al templo para la oración vespertina, a eso de las tres de la tarde. Había allí un hombre lisiado de nacimiento, a quien diariamente llevaban y ponían ante la puerta llamada la “Hermosa”, para que pidiera limosna a los que entraban en el templo.

Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les pidió limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo: “Míranos”. El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo. Entonces Pedro le dijo: “No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina”. Y, tomándolo de la mano, lo incorporó.

Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se puso de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo caminando, saltando y alabando a Dios.

Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta “Hermosa” del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su asombro por lo que había sucedido.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 104)
R/. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.

Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R/.

Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el que lo busca. Recurran al Señor y a su poder y a su presencia acudan. R/.

Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.

Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. R/.

Secuencia opcional, página 125.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Salmo 117, 24)

R/. Aleluya, aleluya.

Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

“¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 13-35

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo Ilamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?”.

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?”. Él les preguntó: “¿Qué cosa?”. Ellos le respondieron: “Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron”.

Entonces Jesús les dijo: “¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?”. Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer”. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!”.

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”. Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, estas ofrendas de la humanidad redimida, y realiza a favor nuestro, la plena salvación del cuerpo y el alma.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua (en este día) página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Lucas 24, 35)

Los discípulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que, purificados de nuestra antigua condición pecadora, la santa recepción del sacramento de tu Hijo nos transforme en nuevas creaturas.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

La despedida se hace como en el día de Pascua.

24

SANTOS: Isabel Hesselblad, religiosa de la Orden de Santa Brígida; Benito Menni, presbítero de la Orden de san Juan de Dios y fundador.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sabiduría 10, 20-21)

Todos alabaron, Señor, tu poder y tu sabiduría, porque has abierto la boca de los mudos y has hecho elocuentes las lenguas de los niños. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que uniste a todos los pueblos diversos en la confesión de tu nombre, concede que, quienes renacieron en la fuente bautismal, tengan una misma fe en sus pensamientos y un mismo amor en sus obras.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

El Señor Dios hará surgir de entre sus hermanos un profeta como yo.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (3, 11-26)

Como el paralítico curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre, Pedro les dirigió la palabra:

“Israelitas: ¿Por qué les causa admiración esto y por qué nos miran de ese modo, como si por nuestro poder o nuestra virtud hubiéramos hecho andar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad. Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos. El nombre de Jesús y la fe en él es lo que ha robustecido los miembros de este hombre al que están viendo y todos conocen. Esta fe es la que le ha restituido completamente la salud, como pueden observar.

Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.

Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados y el Señor les mande el, tiempo de la consolación y les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado; aunque él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.

En efecto, Moisés dijo: El Señor Dios hará surgir de entre sus hermanos un profeta como yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche al profeta, será expulsado del pueblo. Y todos los profetas, a partir de Samuel, anunciaron igualmente estos días.

Ustedes son herederos de los profetas y beneficiarios de la alianza que Dios hizo con sus padres, cuando le dijo a Abraham: Tu descendencia será fuente de bendición para toda la humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que cada uno se aparte de sus iniquidades”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 8)
R/. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.

¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? R/.

Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies. R/.

Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas. R/.

Secuencia opcional, página 125.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Salmo 117, 24)

R/. Aleluya, aleluya.

Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

¿Por qué se espantan?

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 35-48

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: “No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo”. Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?”. Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.

Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”.

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, acepta bondadoso estas ofrendas que te presentamos en agradecimiento por los que han renacido en el bautismo y para apresurar los auxilios celestiales.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua (en este día) página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. 1 Pedro 2, 9)

Pueblo redimido por Dios, anuncia las maravillas del Señor, que te ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor y Dios nuestro, escucha nuestras oraciones, para que la participación en los sacramentos de nuestra redención nos ayude en la vida presente y nos alcance las alegrías eternas.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

La despedida se hace como en el día de Pascua.

25

SANTOS: Pedro de José de Betancur, “Apóstol de Guatemala”, presbítero de la Tercera Orden Regular de San Francisco. Beato Mario Borzaga, presbítero de la Orden de los Oblatos de María Inmaculada y mártir.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 77, 53)

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que estableciste el misterio pascual como alianza de la reconciliación humana, concédenos manifestar en las obras lo que celebramos con fe.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 1-12)

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados porque los apóstoles enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos se había verificado en la persona de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que habían escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían abrazado la fe.

Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y a Juan y les preguntaron: “¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho todo esto?”.

Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos, puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 117)
R/. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”. R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre ☆ del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga, Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R/.

Secuencia opcional, página 125.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Salmo 117, 24)

R/. Aleluya, aleluya.

Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

“También nosotros vamos contigo”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.

Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?”. Ellos contestaron: “No”. Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.

Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.

Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado.

Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, realiza bondadoso en nosotros el intercambio de este sacrificio pascual, para que pasemos de los afectos terrenos al deseo de los bienes del cielo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua (en este día) página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. 1 Pedro 2, 9)

Dijo Jesús a sus discípulos: Vengan a comer. Y tomó un pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Protege, Señor, con amor constante a quienes has salvado, para que, una vez redimidos por la pasión de tu Hijo, se Ilenen ahora de alegría por su resurrección.

Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

La despedida se hace como en el día de Pascua.

26

SANTOS: Cleto y Marcelino, pontífices y mártires; Rafael Arnáiz Barón, místico trapense. Beatos Estanislao Kubista y Ladislao Goral, presbíteros y mártires.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Salmo 104, 43)

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de alegría; al pueblo elegido lo colmó de júbilo. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que, con la abundancia de tu gracia, no cesas de aumentar en todos los pueblos el número de los que creen en ti, mira propicio a tus elegidos y haz que, renacidos ya por el sacramento del bautismo, queden un día revestidos de gozosa inmortalidad.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

“Digan ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes antes que a Dios”.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 13-21)

En aquellos días, los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas, se quedaron sorprendidos al ver el aplomo con que Pedro y Juan hablaban, pues sabían que eran hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Ya los habían reconocido como pertenecientes al grupo que andaba con Jesús, pero no se atrevían a refutarlos, porque ahí estaba de pie, entre ellos, el hombre paralítico que había sido curado.

Por consiguiente, les mandaron que salieran del sanedrín, y ellos comenzaron a deliberar entre sí: “¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Han hecho un milagro evidente, que todo Jerusalén conoce y que no podemos negar; pero a fin de que todo esto no se divulgue más entre el pueblo, hay que prohibirles con amenazas hablar en nombre de Jesús”.

Entonces mandaron llamar a Pedro y a Juan y les ordenaron que por ningún motivo hablaran ni enseñaran en nombre de Jesús. Ellos replicaron: “Digan ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído”.

Los miembros del sanedrín repitieron las amenazas y los soltaron, porque no encontraron la manera de castigarlos, ya que el pueblo entero glorificaba a Dios por lo sucedido.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 117)
R/. La diestra del Señor ha hecho maravillas. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. El Señor es mi fuerza y mi alegría; en el Señor está mi salvación. Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: R/.

“La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo”. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte. R/.

Ábranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Ésta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. R/.

Secuencia opcional, página 125.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Salmo 117, 24)

R/. Aleluya, aleluya.

Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

EVANGELIO

“Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 16, 9-15

Habiendo resucitado al amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios. Ella fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando, agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.

Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos, que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero tampoco a ellos les creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado, Jesús les dijo entonces: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos misterios pascuales que celebramos, para que, continuamente renovados por su acción, se conviertan para nosotros en causa de eterna felicidad.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua (en este día) página 8.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Gálatas 3, 27)

Todos ustedes que han sido bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

La despedida se hace como en el día de Pascua.

27

SANTOS: Zita de Lucca, virgen. Simón, obispo de Jerusalén y mártir. Beato José Outhay Phongphumi, Catequista mártir laico laosiano.

ANTÍFONA DE ENTRADA (1 Pedro 2, 2)

Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

Los apóstoles realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (5, 12-16)

En aquellos días, los apóstoles realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo, en el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima.

El número de hombres y mujeres que creían en el Señor iba creciendo de día en día, hasta el punto de que tenían que sacar en literas y camillas a los enfermos y ponerlos en las plazas, para que, cuando Pedro pasara, al menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.

Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y llevaba a los enfermos y a los atormentados por espíritus malignos, y todos quedaban curados.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 117)
R/. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.

Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. Diga la casa de Aarón; “Su misericordia es eterna”. Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”. R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Éste es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. R/.

Libéranos, Señor, y danos tu victoria, Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R/.

SEGUNDA LECTURA

Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive.

Del libro del Apocalipsis del apóstol San Juan 1, 9-11. 12-13. 17-19

Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la tribulación, en el Reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús.

Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete comunidades cristianas de Asia”. Me volví para ver quién me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas, un hombre vestido de larga túnica, ceñida a la altura del pecho, con una franja de oro.

Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo sobre mí la mano derecha, me dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive. Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo las llaves de la muerte y del más allá. Escribe lo que has visto, tanto sobre las cosas que están sucediendo, como sobre las que sucederán después”.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Secuencia opcional, página 125.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Juan 20, 29)

R/. Aleluya, aleluya.

Tomás, tú crees porque me has visto: dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor. R/.

“¡Señor mío y Dios mío!”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos, acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

ORACIÓN UNIVERSAL

Sacerdote: Iluminados por la luz del Espíritu Santo dirigimos nuestras oraciones al Padre por intercesión de nuestro Señor, con fe unamos nuestras voces y corazones diciendo juntos:

TODOS: Jesús resucitado, escúchanos.

1. A Cristo, que ha vencido la muerte y ha destruido el pecado, pidámosle que todos los cristianos seamos siempre fieles a las promesas del bautismo que renovamos en la noche santa de Pascua. Roguemos al Señor.

2. A Cristo, que ha otorgado el perdón y la paz a los pecadores, supliquémosle que quienes han regresado al camino de la vida conserven los dones que la misericordia del Padre les ha restituido. Roguemos al Señor.

3. A Cristo, que ha dado al mundo la vida verdadera y ha renovado toda la creación, pidámosle por los que, por no creer en su triunfo, viven sin esperanza. Roguemos al Señor

4. A Cristo, que ha colmado de alegría a los pueblos, los ha enriquecido con sus dones y ha hecho vibrar de gozo nuestros corazones, pidámosle que renueve la esperanza de los que sufren y lloran. Roguemos al Señor.

Intenciones de la Iglesia local.

Sacerdote: Señor, Dios nuestro, escucha nuestra oración y danos la fuerza de tu Espíritu para que, destruidas las fuerzas del mal, te ofrezcamos, juntamente con nuestro amor, el obsequio de nuestra obediencia libre.

Por Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos

TODOS: Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las ofrendas de tu pueblo (y de los recién bautizados), para que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, consigamos la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Juan 20, 27)

Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dios todopoderoso, concédenos que la gracia recibida en este sacramento pascual permanezca siempre en nuestra vida.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.

28

SANTOS: San Luis María Grignion de Monfort, sacerdote fundador de la Compañía de María; San Pedro Chanel, sacerdote y mártir de Oceanía; Beata María Felicia de Jesús Sacramentado “Chiquitunga”, religiosa de la orden de Carmelitas Descalzas.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Romanos 6, 9)

Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Te pedimos, Dios todopoderoso, que, renovados por los auxilios pascuales que nos han librado de la herencia del pecado, adquiramos la belleza del Creador celestial.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes?

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 23-31)

En aquellos días, tan pronto como Pedro y Juan quedaron en libertad, volvieron a donde estaban sus compañeros y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos. Al oír esto, todos juntos clamaron a Dios, diciendo:

“Señor, tú has creado el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contiene; por medio del Espíritu Santo y por boca de tu siervo David, nuestro padre, dijiste: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevaron los reyes de la tierra y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra su Mesías.

Esto fue lo que sucedió, cuando en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con los paganos y el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, tu ungido, para que así se cumpliera lo que tu poder y tu providencia habían determinado que sucediera.

Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos anunciar tu palabra con toda valentía. Extiende tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios en el nombre de tu santo siervo, Jesús”.

Al terminar la oración tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo y comenzaron a anunciar la palabra de Dios con valentía.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 2)
R/. Dichosos los que esperan en el Señor. Aleluya.

¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevan los reyes de la tierra y los príncipes se alían contra el Señor y contra su Mesías, diciendo: “Rompamos sus cadenas, sacudamos sus ataduras”. R/.

El que vive en el cielo sonríe; desde lo alto, el Señor se ríe de ellos. Después les habla con ira y los espanta con su cólera: “Yo mismo lo he constituido como rey en Sión, mi monte santo”. R/.

Anunciaré el decreto del Señor. He aquí lo que me dijo: “Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy. Te daré en herencia las naciones y como propiedad toda la tierra. Podrás gobernarlas con cetro de hierro, y despedazarlas como jarros”. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Colosenses 3, 1)

R/. Aleluya, aleluya.

Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. R/.

Tienen que renacer de lo alto.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 3, 1-8

Había un fariseo llamado Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro, porque nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él”,

Jesús le contestó: “Yo te aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios”. Nicodemo le preguntó: “¿Cómo puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso puede, por segunda vez, entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?”.

Le respondió Jesús: “Yo te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: ‘Tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y puesto que es a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Juan 20, 19)

Jesús se presentó en medio de sus discípulos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Dirige, Señor, tu mirada compasiva sobre tu pueblo, al que te has dignado renovar con estos misterios de vida eterna, y concédele llegar un día a la gloria incorruptible de la resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que para crecimiento de tu Iglesia coronaste a san Pedro Chanel con el martirio, concédenos, en estos días de gozo pascual, celebrar de tal modo los misterios de la muerte y resurrección de Cristo, que merezcamos ser testigos de la vida nueva.

Él, que vive y reina contigo….

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, el sacrificio de reconciliación y alabanza que ofrecemos a tu majestad en la conmemoración del santo mártir Pedro Chanel, para que nos lleve a obtener el perdón y nos haga permanecer en continua acción de gracias.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Al celebrar con alegría esta festividad y habiendo recibido tus dones celestiales, te pedimos, Señor, que concedas, a quienes en este divino banquete proclamamos la muerte de tu Hijo, que podamos participar, con los santos mártires, de su resurrección y de su gloria.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que quisiste dirigir los pasos de san Luis María Grignion de Montfort, presbítero, por el camino de la salvación y del amor a Cristo, acompañado por la Santísima Virgen, concédenos que, siguiendo su ejemplo y meditando los misterios de tu amor, trabajemos incansablemente en la edificación de tu Iglesia.

Por nuestro Señor Jesucristo…

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Contempla, Señor, los dones que presentamos en tu altar en la conmemoración de san Luis María Grignion de Montfort, y del mismo modo que, por estos santos misterios, le diste a él la gloria, concédenos también a nosotros tu perdón.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que esta mesa celestial, Dios todopoderoso, robustezca y aumente el vigor espiritual de todos los que celebramos la festividad de san Luis María Grignion de Montfort, para que conservemos integro el don de la fe y caminemos por el sendero de la salvación que él nos señaló.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

29

SANTOS: Beatas: Itala Mela, oblata benedictina; Hanna Helena Chrzanowska, enfermera laica.

ANTÍFONA DE ENTRADA

Esta virgen sabia y prudente salió al encuentro de Cristo con la lámpara encendida. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que hiciste arder en amor divino a santa Catalina de Siena, al contemplar la pasión de tu Hijo y al servir a tu Iglesia, concede, por su intercesión, que tu pueblo, asociado al misterio de Cristo, se alegre siempre en la manifestación de su gloria.

Él, que vive y reina contigo…

PRIMERA LECTURA

Tenía un solo corazón y una sola alma.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 32-37)

La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía.

Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.

José, levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que significa hábil para exhortar), tenía un campo; lo vendió y puso el dinero a disposición de los apóstoles.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 92)
R/. El Señor es un rey magnífico. Aleluya.

Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad. Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y para siempre está firme tu trono. R/.

Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy y para siempre, Señor, la santidad adorna tu templo. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Juan 3, 15)

R/. Aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre debe ser levantado en la cruz, para que los que creen en él tengan vida eterna. R/.

“¿Cómo puede ser esto?”.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 3, 7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “No te extrañes de que te haya dicho: ‘Tienen que renacer de lo alto’. El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu”. Nicodemo le preguntó entonces: “¿Cómo puede ser esto?”.

Jesús le respondió: “Tú eres maestro de Israel, ¿y no sabes esto? Yo te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán si les hablo de las celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, este sacrificio de salvación que te ofrecemos en la conmemoración de santa Catalina, para que, instruidos por sus enseñanzas, podamos darte gracias con mayor fervor a ti, único Dios verdadero.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. I Juan 1, 7)

Si caminamos en la luz, como Dios es luz, estamos unidos unos con otros, y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos purifica de todo pecado. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concede, Señor, la vida eterna a quienes has alimentado en esta mesa celestial, la cual sostuvo la vida temporal de santa Catalina.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

30

SANTOS: María de la Encarnación (Guyart Martín), religiosa ursulina. Beata Paulina van Mallinckrodt, virgen fundadora.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Salmo 17, 50; 21, 23)

Te alabaré, Señor, ante las naciones y anunciaré tu nombre a mis hermanos. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Al conmemorar cada año los misterios por los que devolviste a la naturaleza humana su dignidad original y le infundiste la esperanza de la resurrección, te suplicamos, Señor, confiadamente, que en tu clemencia nos concedas recibir con perpetuo amor lo que conmemoramos llenos de fe.

Por nuestro Señor Jesucristo…

PRIMERA LECTURA

“Vayan al templo y pónganse a enseñar al pueblo todo lo referente a esta nueva vida”.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (5, 17-26)

En aquellos días, el sumo sacerdote y los de su partido, que eran los saduceos, llenos de ira contra los apóstoles, los mandaron aprehender y los metieron en la cárcel. Pero durante la noche, un ángel del Señor les abrió las puertas, los sacó de ahí y les dijo: “Vayan al templo y pónganse a enseñar al pueblo todo lo referente a esta nueva vida”. Para obedecer la orden, se fueron de madrugada al templo y ahí se pusieron a enseñar.

Cuando llegó el sumo sacerdote con los de su partido convocaron al sanedrín, es decir, a todo el senado de los hijos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los presos. Al llegar los guardias a la cárcel, no los hallaron y regresaron a informar: “Encontramos la cárcel bien cerrada y a los centinelas en sus puestos, pero al abrir no encontramos a nadie adentro”.

Al oir estas palabras, el jefe de la guardia del templo y los sumos sacerdotes se quedaron sin saber qué pensar; pero en ese momento llegó uno y les dijo: “Los hombres que habían metido en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo”.

Entonces el jefe de la guardia, con sus hombres, trajo a los apóstoles, pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (SALMO 33)
R/. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Aleluya.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.

Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. R/.

Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. R/.

Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Juan 3, 16)

R/. Aleluya, aleluya.

Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. R/.

El que cree en él no será condenado.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 3, 16-21

“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.

La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios nuestro, que por el santo valor de este sacrificio nos hiciste participar de tu misma y gloriosa vida divina, concédenos que, así como hemos conocido tu verdad, de igual manera vivamos de acuerdo con ella.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Juan 15, 16. 19)

Yo los elegí del mundo, dice el Señor, y los destiné para que vayan y den fruto, y su fruto permanezca. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, muéstrate benigno con tu pueblo, y ya que te dignaste alimentarlo con los misterios celestiales, hazlo pasar de su antigua condición de pecado a una vida nueva.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en tu providencia elegiste al Papa san Pío quinto para defender en tu Iglesia la fe y para darte culto más dignamente, concédenos, por su intercesión, que podamos participar en tus santos misterios con una fe viva y una caridad operante.

Por nuestro Señor Jesucristo…

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, este sacrificio que, para tu gloria, tu pueblo ofrece en honor de san Pío quinto, y concédenos alcanzar la eterna salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, Dios nuestro, los sacramentos que hemos recibido fortalezcan en nosotros el fuego de la caridad que encendió con ímpetu a san Pío quinto y lo llevó a entregarse siempre por tu Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

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